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jueves, 1 de septiembre de 2011

Contra la violencia obstetrica

La mujer tiene el derecho a decidir como quiere parir

El parto convencional utiliza una serie de protocolos que no necesita la mujer y que la violentan, por eso el parto humanizado se realiza sin anestesia, enema, rasurado y ayuno. Las madres están siempre acompañadas, preferiblemente por la pareja, pero ellas son las que finalmente deciden quien las calmará y le realizará los masajes que necesitan, además se permite que los niños y niñas observen el nacimiento de sus hermanitos.

La obstetra no participa activamente en el parto, quien recibe al bebé es el padre que se encuentra dentro de la bañera con la madre, el obstetra debe respetar el tiempo de cada mujer para parir y sólo estar pendiente si la pareja necesita algo, lo importante es darles intimidad para que disfruten de ese momento único en sus vidas que representa la culminación del acto sexual.


El recién nacido no debe ser separado de la madre

A los bebes sólo los pesan y los miden delante de la madre en el mismo sitio donde nació y se lo entregan inmediatamente para que lo amamante. Vivas explica que no se le debe provocar el llanto al recién nacido permitiendo que permanezca conectado a su madre a través del cordón umbilical hasta que este deje de latir, esta es la forma en que los bebés reciben oxígeno al nacer, eso explica por qué no se ahogan en el agua.

La obstetra Pacheco sigue un protocolo para no maltratar al bebé, por ejemplo, no se le aspira la nariz, no se le coloca colirio ni antibiótico en los ojos, pues si la madre se hizo un examen de orina, una citología y está sana, no hay necesidad de abrirle los ojos a la fuerza al bebé, porque así se le agrede, tampoco se le coloca vitamina K que supuestamente evita hemorragias en el niño, “eso es igual a la episiotomía que se le hace a la madre para evitar que se desgarre. Las agresiones que le son practicadas a la madre son similares a las que se le hacen al neonato en los cuidados de recién nacido”.

Las habitaciones para parto humanizado no están diseñadas en función de un número de pacientes, ni en función del obstetra. El ambiente es cálido, está decorado con figuras infantiles, no hay reloj, ni instrumentos médicos a la vista y la mujer puede escoger la música que más le guste para ese maravilloso momento. En el Hospital José María Benítez cuentan con 2 habitaciones de este tipo.

También disponen de una silla especial en caso de que la madre prefiera parir fuera del agua


Multiplicadores del parto humanizado

Vivas asegura que para implementar centros de atención para el parto humanizado, no hace falta una gran infraestructura, “nosotras somos un ejemplo real de que no hacen falta 4 paredes y una piscina para atender un parto humanizado, lo más importante es la orientación con la que actúa el personal de salud, sin embargo, los médicos ya graduados, con cierta cantidad de tiempo ejerciendo la obstetricia de manera convencional, no lo harán distinto a menos que comprendan la filosofía del parto humanizado y cambien, como lo hizo la doctora Pacheco quien ha tenido que soportar incontables críticas por parte de sus colegas. Lo más conveniente es formar al estudiante de medicina desde el principio, con la visión del parto humanizado”.

Vivas considera que se debe incluir la humanización del parto en los pensum de estudio de las instituciones educativas. En el hospital José María Benítez se forman actualmente estudiantes de medicina de la Universidad Bolivariana de Venezuela, de la Universidad de Carabobo y de la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos, estos últimos son formados por la doctora Pacheco para el parto humanizado y la lactancia materna.

“Ellos se enamoran del parto humanizado, pelean por los derechos de las mujeres en las salas de parto y llegan frustrados porque ven como los doctores tratan a las parturientas de forma violenta”. Afirma.

Vivas piensa que en Caracas son las embarazadas las que tienen que demandar el cambio, porque si se tiene la necesidad se crearán los servicios, por ejemplo, “si una mujer llega con su doctor y le exige un parto humanizado, él la va a remitir con otro si no está de acuerdo, pero cuando ese obstetra haya perdido un número significativo de partos para atender, va a empezar a considerar realmente la opción de cambiar y va a tener que ofrecerle a las mujeres lo que ellas quieren y necesitan”.

Vivas se refiere al sector privado, sin embargo, en el sector público es más difícil aun. Caracas no tiene como ofrecer un parto humanizado si las mujeres no se empoderan de la ley y de los espacios. “Hay que recuperar la sala de parto humanizado del Hospital Materno Infantil de Caricuao, ese proyecto se abandonó porque el parto humanizado tiene muchos detractores”

Otro aspecto importante es que la mujer en gestación reciba preparación, porque de otra forma es difícil luchar contra la cultura de la cesárea, “la gente no sabe el riesgo que se corre en un quirófano y hasta la familia lo recomienda porque cree que es lo mejor para la parturienta, pero cuando se les muestra un video de lo violenta que es una cesárea, cambian su postura y manifiestan que no es lo que quieren para sus hijas o esposas. De hecho, las mismas mujeres que han experimentado una cesárea, no saben lo que es esto, solo ven la herida por fuera”.

“Una mujer que se prepara, es capaz de refutarle a cualquier persona con propiedad por qué no debe practicarse la pelvimetría (procedimiento que se realiza para medir el diámetro de la pelvis y que conlleva riesgos por el uso de radiación) , por qué debe darse lactancia exclusiva, por qué no se le deben madurar artificialmente los pulmones al bebé, etc., tiene como defender mejor sus convicciones”, Vivas recomienda buscar cursos prenatales porque la información es lo que les da a las madres la libertad de decidir cómo quieren parir.

¿Alguna vez nos hemos preguntado como parían las mujeres antes de la obstetricia?

La obstetricia que conocemos hoy en día empezó a desarrollarse a mediados del siglo XVIII, así poco a poco se fue incorporando el uso de fórceps, suturas, cesáreas y anestesia. Antes de esto, la mujer fue capaz de seguir su instinto para poder parir de forma natural, según investigaciones, la postura para el parto que se utilizaba era de forma vertical, bien sea de pié, sentada bajo el agua o agachada, lo cual tiene que ver con respetar la fisiología de la mujer. Muchas tribus indígenas de nuestro país conservan esta forma de parir, como las Guajiras y las Yanomamis, quienes hacen de cada parto una reunión social entre mujeres.

Con la creación de la obstetricia los hombres empezaron a asistir el parto, se impuso el cambio de postura vertical por la horizontal, con las piernas abiertas hacia el médico para que este pueda controlar el parto de forma activa, pues como el ha estudiado se le considera “experto”, mientras que la mujer pasó a un papel pasivo, reflejo de nuestra sociedad patriarcal que le impone a la mujer guardar obediencia al hombre.

Esta postura coloca a la mujer en posición de inferioridad, de este modo el médico con la cesárea y el fórceps en mano se convierte en el que “pare”, realizando así un “excelente trabajo”, mientras deja atrás un binomio madre-bebé que no ha podido conocerse en el trabajo mutuo del parto. Para ambos ha sido una experiencia traumática y dolorosa, el bebé siente desconfianza del mundo al que acaba de llegar y que de entrada lo ha maltratado, la madre queda desolada con esta experiencia considerándola normal y el padre, fuera de la sala de parto, es condenado a ejercer la paternidad a distancia. De esta forma negativa y violenta se inicia una relación que será así para siempre.

A finales del siglo XX, las mujeres han vuelto a tomar conciencia de su situación y están empezando a informarse, a exigir y a decidir como quieren parir, además existen médicos que han adoptado una nueva filosofía con respecto al parto, la lactancia materna y la crianza.

Eva Gundberg, pionera en el parto vertical en Venezuela, expresa en su libro “El Placer de parir” que para cambiar la sociedad se debe empezar con el embarazo y el parto, “cada sociedad tiene la modalidad que se acerca a su filosofía. Las grandes maternidades, tipo fábricas, son características de nuestra sociedad industrial, donde cada parturienta es un número y cada niño es un producto. Se toma en cuenta la estadística pero no la experiencia personal”.

Testimonios de nuevas masculinidades y paternidad protagónica

“Nuestra labor como hombres no es solamente engendrarlos, tampoco termina con el nacimiento del niño, ahí apenas comienza. Cada vez más los padres buscamos un parto humanizado en el que podamos participar. Y no es cuestión de dinero, es la calidad que le podemos ofrecer a nuestro hijo. Ya me comprometí a cuidar a mi bebé yo solo, mientras mi esposa va a sus clases”.
José Andrade

“Le recomiendo a los padres que disfruten el momento, debemos ser valientes. Darle afecto al bebé todo el tiempo y a pesar de las situaciones difíciles con la pareja, tenemos que hablar siempre y llegar a acuerdos para cuidar al bebé entre los dos”.
Darwin Espinoza

“Muchas veces me quedo solo cuidando al bebé, mientras mi pareja realiza sus actividades individuales y lo disfruto muchísimo, poco a poco he aprendido a atenderlo y a conocerlo”.
Alfredo Sánchez