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martes, 26 de noviembre de 2013

Por una maternidad libre de violencia

Feminizar la esfera pública

Por Jenny Soto

Desde la lucha feminista, las mujeres hemos conquistado cada vez más la esfera pública. Ahora bien, es importante feminizar este espacio, que puede ser más equilibrado y más humano, con la consciencia de que la defensa de la crianza es una lucha a favor de hombres y mujeres. La mujer puede y tiene la necesidad de desarrollarse profesionalmente y económicamente, de la misma forma quiere criar a su bebé, solo que para lograr ambas cosas, el entorno social tiene que acompañar, apoyar y facilitar la inclusión del hombre.

Si bien es cierto que las mujeres hemos logrado el derecho a la educación y al trabajo, ha sido bajo condiciones desiguales desde la perspectiva patriarcal, pues aún esta esfera pública no comprende a la crianza como un trabajo que produce riqueza y bienestar social.

El trabajo debe darnos calidad de vida. Estamos dedicando más tiempo a producir para el sistema que en nutrirnos de placer, de felicidad y de paz. Ahora el tiempo es riqueza, el tiempo para comer juntos, amarse y recrearse. Sin embargo, por más que trabajemos estamos siendo pobres, vivimos enfermxs naturalizando la patología, además estamos en una competencia, una carrera constante que no sabemos exactamente a donde nos lleva. Cuando hablamos de feminizar la esfera pública, hablamos de humanizarla, de visibilizar la importancia de la familia y darle prioridad. Si democratizamos el debate seguramente llegaríamos a conciliar familia y trabajo realmente.

Al contrario de la visión patriarcal de la crianza como un proceso individual y privado, Crianza en tribu lo considera como una cuestión política que en el contexto social que vivimos actualmente requiere constante discusión pública para transformarla.

La crianza en tribu no implica que el núcleo familiar se deshaga de sus responsabilidades, por el contrario, lo fortalece y busca el reconocimiento social y político del trabajo de la crianza para que sea valorado y respetado, de acuerdo a las propias necesidades humanas.

Planteamos el respeto a la lactancia materna sin que la madre tenga que escoger entre la salud de su bebé, el trabajo para no morirse de hambre o privarse de hacerlo por vergüenza; implica el reconocimiento cultural y social de la paternidad para que los hombres tengan espacio para los cuidados y para disfrutar de brindar afecto en el hogar; implica el respeto al nacimiento de los seres humanos sin que esté por encima el interés capitalista y la visión de la medicina patriarcal e implica que las mujeres decidan el cómo y el cuándo de su maternidad libremente.

El empoderamiento de las mujeres se refiere a tener poder de decisión sobre sí mismas, a lograr una política de convivencia respetuosa y sin discriminación tanto en el espacio público como en el privado. Es un poder que podemos generar colectivamente eliminando la violencia y la explotación al garantizar el derecho de la mujer a tomar decisiones. 

Para profundizar esta reflexión asiste al I Ciclo de Conversatorios Por una Maternidad libre de Violencia