La Devastación del Patriarcado

La Carencia y la Castración del Deseo Materno, Desde la mirada de Casilda Rodrigañez

Semana Mundial del Parto Respetado 2014

Conversatorio: Cuentos de Parto

Ciclo de Cine-Foros "Por El Poder de Parir". Entrada Libre

Venezuela conmemora la Semana Mundial del Parto Respetado. Organización Auroramadre convoca debate sobre la maternidad

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El Nacimiento de Abril

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viernes, 13 de junio de 2014

En mis Andares de Doula

Con mucha gente no avanza el parto

El Nacimiento de Roxana

Por Jenny Soto

Imagen Referencial
La primara vez que vi a Fabiola embarazada supe que la conocía de antes, recordé que habíamos trabajado juntas hace varios años y lo importante que era para ella su imagen física ante los demás, incluso el valor que le daba a la cirugía estética. A pesar de su narcisismo, la maternidad era un motivo hermoso para un reencuentro.
Fabiola ya cumplía casi 42 semanas de gestación y estaba ansiosa por ver a su bebé. Así que le solicitó a su médico una inducción, un día antes había tenido un falso trabajo de parto.
Con pitocin se acercó a 4 cm de dilatación, sin embargo el cérvix no se borraba y se sentía muy tenso, eran a la 2pm. La situación seguía siendo igual a las 8pm. Beltrán, el médico le presentó a Fabiola 2 opciones: cesárea o detener el pitocin y seguir intentando el parto, era probable que avanzara la dilatación y borramiento del cérvix. Ella decidió cesárea y se vino en llanto, deseaba disfrutar y sentir el esfuerzo del parto.
Durante el tiempo que Fabiola estuvo en trabajo de parto la invité a abandonarse y dejarse ir, le ofrecí alternativas para moverse, masaje y calor en la pelvis, visualizaciones y respiración. Ella había convocado a su pareja, a quien percibí un poco nervioso y esquivo, también invitó a una prima que hablaba hasta por los codos y no dejaba de relatar la experiencia de sus 3 partos humanizados. Las veces que Fabiola pudo tener más conciencia sobre su proceso fueron los momentos en los que hubo silencio e intimidad.
La mayoría del tiempo había muchas personas rodeándola, en ocasiones hasta más 4 en la habitación, a cada momento entraban diferentes familiares. Antes de que llegaran, Fabiola me comentaba que no estaban de acuerdo con la opción de parir de forma natural, pensaban que padecer ese “sufrimiento” era anticuado. Hablé un poco con los familiares para que le dieran espacio a Fabiola, pero ella sentía que desobedecía a su propia madre, a su padre y que decepcionaba a su hermana.
La invité a que se centrara en su proceso, a que liberara los pensamientos, a que sintiera amor y agradecimiento por sí misma, por su cuerpo, que buscara la imagen de su bebé, quien la necesitaba realmente. Ella empezó a llorar, incómoda por la contradicción en la que se encontraba,  no quería excluir a su familia de ese momento y hacerles un desaire o en realidad era su resistencia a mirarse a sí misma, a conectar con sus sentimientos negados y expresarse. Unas veces la vi decidida a conservar su decisión y su intimidad intentando buscar su conexión, pero la presencia de su madre pesaba más, su posición frente a ella era fuerte y su energía permanecía en la habitación por más que saliera a la sala de espera. Algo de vergüenza y miedo estuvieron presentes como patrones ancestrales a seguir y esto se materializó en una cérvix tensa que no dilataba. Hubo resistencia para desinhibirse, expresarse y dejarse llevar por las actitudes irracionales que afloran durante el parto por sentirse observada.
El trabajo de parto que vivió Fabiola antes de la cesárea le permitió tener más conocimiento de sí misma, de su cuerpo, de sus fortalezas y debilidades. En esas horas estuvo sacando a la luz emociones reprimidas e identificando los aspectos más profundos de su vida, los que a partir de ahora empezará a sanar, si se lo permite.
Acompañé a Fabiola al quirófano,  allí me confesó que la cesárea de su hermana había sido a la misma hora. Ella estaba descifrando el significado de esa sincronía, quizá se estaba dando cuenta que seguir algunos patrones familiares pesa. Fabiola vivió un proceso muy respetuoso,  estuvo consciente durante toda la operación, intenté responder todas sus dudas, darle apoyo, afecto y facilitar la comunicación con el equipo médico.
Fabiola con los labios temblorosos decía que su bebé no dejaba de moverse, sobre todo cuando estaban muy cerca de sacarla. El médico vio que había una circular de cordón, le solicitaron con insistencia a Fabiola que respirara hondo para enviarle oxigeno a su bebé, estábamos conmovidas escuchando su primer llanto. Imagino que la bebé tenía frío y tensión en los ojos por la luz, en seguida pasó a las manos del pediatra, quien la colocó sobre una superficie rígida bajo una luz aun más intensa, le aplicó colirio en sus ojos, inyección de vitamina K y una sonda por cada conducto de su pequeñísima nariz, supe que eso le dolió mucho y que no necesitaba tanta intervención. El obstetra pudo ser respetuoso durante la cesárea, pero el pediatra no. Pesó 3.8 Kg y midió 53 cm. Roxana se veía muy bien nutrida, colorada y hermosa.
Vi que el papá la observaba envuelto en llanto a través del vidrio, el no tenía idea de las rutinas que le hacían a su pequeña, Fabiola también lloraba y me decía que quería estar con su bebé de inmediato y así se le concedió después de culminar la operación. Ella recibió a Roxana con el pecho desnudo para aprovechar esa segunda oportunidad de sentir la oxitocina, la hormona del amor.

No pude contar cuantos familiares había al final, sé que nos tropezábamos en la habitación, me despedí y me retiré satisfecha porque Roxana fue recibida con amor y a pesar del silicón, su madre asegura que la amamantará exclusivamente y a libre demanda.

miércoles, 11 de junio de 2014

En mis andares de Doula

Naciste para enseñar el amor, Miranda

Por Jenny Soto

Tu mamá empezó a fabricar su nido cerca de la semana 37 de gestación, en esos días se puso en contacto conmigo para que la acompañara como doula. Ajustamos planes de parto un día que la acompañé a su consulta prenatal y Beltrán, el médico, confirmó los buenos augurios para tu nacimiento.
Mamá te esperaba alrededor del 7 de abril, sin embargo escogiste nacer en la tranquilidad del domingo 30 de marzo. No dormimos la noche anterior, tu papá mantuvo contacto por teléfono haciendo mil preguntas, consultando la forma de apoyar a tu mamá. Les sugerí ducha tibia, relajación y llegar a la clínica en la mañana, aun empezaba el trabajo de parto y faltaban horas para tu nacimiento.
A las 6 am, el cuello uterino de mamá había dilatado hasta 6cm. Ella decidió caminar por la calle y desayunar. Luego pidió subir a la habitación para hacer su propio ambiente, nos apoyó un viejo amigo de tu mamá, Oswaldo, un hombre muy conectado con su esencia femenina.
Empezamos a contactar con la energía del cuerpo a través de la música y la danza con movimientos  suaves y circulares, imagino que recibiste ese baño de placer y bienestar. Papá y mamá hacían movimientos muy sensuales con sus cuerpos muy juntos, transmitiéndose amor, tacto y romance. Poco a poco mamá fue sintiendo más intensas las expansiones, papá aprendió a acompañarla con masajes y contrapresión, caminatas y movimientos sobre la esfera.
A las 5pm tu mamá llevaba 9 cm. Había estado hermosa en su trabajo de parto, a pesar de una tensión que le causaba dolor en la parte alta de la espalda, aún así, sabíamos que nacerías naturalmente.
Papá acompañaba a Mamá en su caminata por el pasillo de la clínica, solo esperábamos un poco más de dilatación y que aparecieran las ganas de pujar. Anocheció y quedamos a la luz de las velas, para darte un recibimiento cálido, contactar con el elemento fuego e inspirarle fuerza a tu madre.
Mamá empezó a pujar apoyándose de la sillita de parto, luego lo hizo en cuclillas. Todos ofrecimos palabras de aliento, le dimos sostén a su espalda y a sus brazos mientras mamá buscaba la posición más cómoda, la encontró echando la pelvis hacia adelante, respirando profundamente y tomando fuerza para superar el dolor que se hacía más fuerte y largo en ese momento, había un poco de tensión en el periné. El líquido amniótico fluyó en uno de esos pujos y casi salpica en la cara de papá, que estaba pendiente de verte coronar.
Hubo un instante en el que vi a tu mamá realmente convencida de su poder, decidida y firme, fue allí cuando naciste, tu transición fue muy cálida, te acoplaste rápidamente a la piel de tu mamá y enseguida alumbró la placenta.
Mamá se incorporó a la cama y el médico suturó unos cuantos puntos de un desgarro pequeño en el periné. Aunque no lo necesitabas, porque te veías tan placentera disfrutando de la vida, el pediatra apurado pidió examinarte en ese momento, papá te acompañó. Se que esa separación por muy breve, no ha de ser agradable. Luego regresaste a a tu hábitat natural, el cuerpo de tu madre, su pecho desnudo y cálido, donde encuentras el gusto del amor y ese mismo olor que te cobijaba en el útero, allí donde encuentras el placer.

Llena de gratitud regresé a mi hogar, escribí esta historia de luz para quedarme con este recuerdo de tu nacimiento, hermosa Miranda.