La Devastación del Patriarcado

La Carencia y la Castración del Deseo Materno, Desde la mirada de Casilda Rodrigañez

Semana Mundial del Parto Respetado 2014

Conversatorio: Cuentos de Parto

Ciclo de Cine-Foros "Por El Poder de Parir". Entrada Libre

Venezuela conmemora la Semana Mundial del Parto Respetado. Organización Auroramadre convoca debate sobre la maternidad

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El Nacimiento de Abril

Empoderada y Llena de amor

En Tándem

Amar y Compartir

sábado, 16 de agosto de 2014

La Maternidad y la Feminización de la esfera pública. PARTE II

Por Jenny Soto

Corresponsabilidad en la crianza

El capitalismo no solo oprime a la mujer, para el hombre también existen parámetros que lo hacen sentirse vacío e infeliz. Un cambio de paradigma puede visibilizar la importancia del rol paterno permitiéndole participar protagónicamente, ya que incluso su presencia está negada en el momento del nacimiento del bebé, con lo cual se le margina, desde el principio, de la relación afectiva con sus hijos y su familia. En el patriarcado, la imagen ideal y del éxito que se proyecta del hombre está relacionada con la violencia, con la fuerza física, con el poder, con la poliginia, mas no con los afectos y la paternidad responsable.
Jamás se discute quien lleva al niñx al pediatra, de antemano se sabe que irá la madre, tampoco se discute quién le da de comer, quién le baña, quién le cuida o quién cocina, porque en la sociedad se considera que es el trabajo natural de la mujer, mientras que al hombre se le ridiculiza si las asume y simplemente se le relega al rol de proveedor de bienes materiales. Sin embargo, cada vez son más las nuevas masculinidades que se involucran emocionalmente y viven experiencias enriquecedoras al tomarse tiempo y espacio para compartir con sus hijxs.
Los seres humanos somos plurales, es por ello que nuestras diferencias representan la riqueza y la diversidad que nos da la oportunidad de derribar la hegemonía del sujeto único masculino y proponer la igualdad en el sentido de la participación política, esfera en la que decidimos nuestros derechos colectivamente con una finalidad emancipadora y transformadora.
Es necesario que la sociedad acompañe el proceso de crianza. Desde el Poder Popular en Venezuela se han creado grupos de discusión pública al respecto, se han transformado leyes a favor de la familia, mujeres trabajadoras y estudiantes demandan salas de lactancia en sus centros de trabajo y de estudio, así como lugares para el cuidado infantil gestionados corresponsablemente entre familia y comunidad, que no tengan la perspectiva de “guardería”, en las que se deposita al bebé durante horas y se le empieza a educar para la sumisión al sistema. En la construcción de estas propuestas han participado diferentes colectivos del Poder Popular como Lactarte, Camada, Arepita de Manteca, Patria a Pecho y Crianza en Tribu, entre otros.
Todos los entornos de trabajo o estudio deberían estar adaptados y preparados para la presencia de lxs hijxs de lxs trabajadorxs y estudiantes. Cuando proponemos la crianza en comunidad, queremos visibilizar la responsabilidad de la sociedad en favorecer el encuentro y la unión entre lxs hijxs y su familia. Este no es un asunto individual para atender, se trata de la construcción de la patria-matria y la eliminación de la cultura patriarcal desde la politización de la crianza.
De la formación que nuestrxs hijxs reciban, depende que nuestra sociedad esté constituida por seres humanos con autoestima, con amor para dar al prójimo, con fuerzas para luchar por su liberación, o por seres humanos violentos, machistas y con baja autoestima, quienes repetirán las conductas destructivas que vieron como imagen ideal del éxito en sus propios padres y en el entorno.
La tribu es necesaria no solo para proteger las necesidades materiales, de salud y bienestar que consideramos básicas en la crianza. Es necesaria también para formar seres reflexivos, preparados para conocer y defender sus intereses y sus derechos, así como seres sensibles, capaces de compartir la palabra y la reflexión como un ejercicio liberador y de consciencia que implica la recuperación del encuentro humano en contraposición con la violencia que el sistema genera y fomenta.
A través de la maternidad hacemos política
           La Crianza en Tribu es una propuesta que surge de madres y compañeras que nos hemos encontrado en diferentes espacios con nuestrxs hijxs en brazos, a veces un tanto incomprendidas, pero con la conciencia de que la crianza es trascendente para la humanidad. Queremos amar, criar piel a piel y con respeto. Nos encontramos así mujeres que salimos a la calle a trabajar, a luchar en nuestras comunidades, a estudiar y a construir el mundo, sintiéndonos permanentemente en contracorriente.
No pensamos en la maternidad como un inconveniente en nuestra vida, tampoco dependemos de ella, ni la idealizamos ni pensamos que nos santifica o nos salva. Para las mujeres consientes es una experiencia creativa, formadora y sensible que nos muestra otros aspectos de la vida, en la que encontramos placer y conocimiento.
Sin la maternidad no sería posible la existencia del Ser Humano, todxs venimos de una madre, por lo tanto hay que sanarla. Sabemos que lo que está mal en el sistema no es nuestra maternidad, sino la deshumanización de la vida y el interés capitalista que pretende convertirnos en máquinas sumisas para el trabajo y en sujetos de consumo. Una especie de esclavitud que procura desarraigarnos y alejarnos de nosotras mismas, de nuestra sexualidad, de nuestra conexión con la Madre Tierra y sus ciclos que también se representan en nuestra feminidad.
Queremos que la maternidad sea una experiencia libre, que no sea un motivo más para que nos violenten y que no sea intervenida o juzgada por las instituciones, por el estado, por las religiones, por los medios de comunicación. Que no nos discriminen en el trabajo, en los hospitales, en nuestros partos, en la calle o en un salón de clase por ser madres. Un hijo no nos hace discapacitadas o víctimas. Alzamos la voz para que el sistema no coloque a la maternidad como un inconveniente para el desarrollo profesional y económico de la mujer. Comprender que por el contrario, nuestro cuerpo tiene el poder para la gestación, el parto y la alimentación, lo cual es un rol y una bendición maravillosos y la sociedad debería asumir su corresponsabilidad en estos procesos.
No queremos una maternidad objeto de consumo que genera pobreza en las mayorías y riqueza en unos pocos, queremos defender la libertad y naturaleza de nuestros cuerpos. Hoy denunciamos como violentas todas las rutinas médicas innecesarias en nuestros partos y nacimientos, la amenaza al amamantamiento por parte del mercado de formulas lácteas, alimentos,  biberones y medicamentos, al igual que la presión laboral o académica que no reconoce la existencia de nuestrxs hijxs y sus necesidades.
Crianza en Tribu quisiera rescatar la visión comunitaria del concepto aborigen del Buen Vivir, que se refiere al “paradigma comunitario de la cultura de la vida, que se sustenta en una forma de vivir en respeto, armonía y equilibrio con todo lo que existe, entendiendo que todo en la vida está interconectado y está interrelacionado”. Por eso es importante cada ser, porque es parte de nosotrxs mismxs, porque es la naturaleza de la vida, de acuerdo a los principios y sabidurías ancestrales recopiladas y traducidas por el escritor Aymara Fernando Huanacuni Mamani en su obra  Vivir Bien / Buen Vivir.
En el contexto capitalista existen pocas posibilidades para una maternidad y paternidad dignas, respetadas y para que exista la crianza en comunidad como lo plantea el concepto del Buen Vivir. El Buen Vivir no se relaciona con la visión de desarrollo occidental basada en el consumismo y el individualismo, busca la riqueza a través de un cambio de estructuras y paradigmas hacia lo comunitario y hacia el equilibrio entre las energías masculina y femenina.
Esa complementariedad de lo comunitario implica una visión multidimensional del ser humano, que integra los aspectos históricos, sociales, culturales y lo personal. “En la complementariedad comunitaria lo individual no desaparece, sino que emerge en su capacidad natural dentro de la comunidad. Es un estado de equilibrio entre comunidad e individualidad.” Señala Huanacuni.
Es quizás esta visión multidimensional natural que incluye “aspectos intangibles que determinan la vida” más allá de lo material, lo que la visión occidental pretende hacer ver menos importante por estar relacionado a lo espiritual, subjetivo, emocional o irracional.
La ciencia occidental ha buscado siempre explicar al ser humano objetivamente, en esta lógica, el único conocimiento válido es el medible o verificable. Tanto así que el sentir es una cuestión humana que ha quedado a un lado y hoy en día muchos aspectos de la vida están en contradicción desde lo íntimo, lo familiar y lo social. No es novedad decir que vivimos en una civilización altamente violenta e infeliz que es una amenaza para el mismo ser humano y la naturaleza.
La Crianza en Tribu es la utopía que nos guía para sanar lo femenino, nuestra madre, la Matria. He allí nuestra forma de hacer política desde el cuidado de la vida y desde la reivindicación de la maternidad y la paternidad.

Bibliografía citada:
Gutman, L. Mujeres Visibles, Madres Invisibles. Buenos Aires: Editorial Del Nuevo Extremo.
Huanacuni, F. (2010) Buen Vivir/Vivir Bien, Filosofía, políticas, estrategias y experiencias regionales andinas. Lima: Coordinadora Andina de Organizaciones Indigenas (CAOI)
Odent M. (2002) El Nacimiento y los orígenes de la violencia. Revista Ostare. (Buenos Aires) nº 7, (pp.46-50)
Rodrigañez, C. (2007) La Represión del Deseo Materno y la Génesis del Estado de Sumisión Inconsciente. Ediciones Crimentales.
Fuente Audiovisual:

Bergman, N. (producción y dirección) 2005 Restoring the Original Paradigm (Restableciendo el paradigma original) [Documental]. Sudáfrica.

La Maternidad y la Feminización de la esfera pública PARTE I

Por Jenny Soto

Politizar la crianza

Actualmente a muchas madres nos toca asumir diferentes roles: el cuidado doméstico y de la familia, el trabajo en la calle, los estudios e incluso la lucha comunitaria y política. En esta dinámica de vida exigente nos preguntamos ¿cómo es nuestra maternidad?, ¿cuál es nuestra contradicción?, ¿Están siendo atendidas las necesidades de nuestrxs niñxs?
Paradójicamente el ser humano es, entre todos los mamíferos, la especie más dependiente cuando nace, necesita un largo tiempo para poder valerse por sí mismo y desarrollarse, antes de eso necesita reconocimiento, abundante sostén emocional y físico y ser amamantado.
Desde diferentes disciplinas científicas como la psicología, la biología, la neurología, la antropología, etc. se ha estudiado el desarrollo humano y lo determinante que es la atención de las necesidades físicas, afectivas y emocionales para la salud integral del ser humano, además de su impacto en la sociedad. Es en la infancia donde aprendemos las pautas con las que nos relacionamos de adultos con el mundo. Al privar a la cría humana del placer del contacto con el cuerpo materno se le están violentando sus necesidades básicas, se le está privando de conocer naturalmente el amor y se le está creando una discapacidad para darlo. Tanto en su cuerpo como en su mente quedará esta impronta, el mensaje que le llega es que debe suprimir sus sentimientos, invalidar sus necesidades, desconectarse de lo que realmente es para poder ser aceptado y sobrevivir.
Al mismo tiempo que la cría padece la ausencia del vínculo, la naturaleza del deseo materno queda derrumbada al seguir los patrones culturales y sociales que la infantilizan cuando permanentemente se le dice lo que “debe hacer”. De esta forma la madre pierde el sentido de sí misma y se divide emocionalmente, inclinándose, en muchos casos, por tomar las decisiones que dicta un sistema deshumanizado, mas no lo que le dice su propio ser desde la conciencia, el amor y su deseo materno.
El capitalismo se aprovecha de esta situación para sacar dividendos. Los seres privados de amor son presas fáciles para el sistema, sumisos ante la dominación del mundo materialista y autodestructivo, propensos en alguna medida, a las adicciones a las drogas, al alcohol, a la televisión, al dinero, a la frivolidad materialista y a la violencia.
El capitalismo y el patriarcado desdeñan la labor de la madre. En el mundo moderno la maternidad se siente como algo que pesa, como algo que no es retribuido ni social ni materialmente, un espacio en el que no existimos y estamos solas. Elsistema ha castrado el deseo materno, el disfrute y el placer de la sexualidad durante la maternidad. Como resultado tenemos partos y lactancias difíciles y dolorosas, desvinculación entre padre-madre-bebé que genera individuos deshumanizados. Esta herida, ocasionada por el patriarcado, hace que la mayoría de las mujeres transiten estas etapas reprimiendo sus deseos por miedo y culpabilidad, entregando su poder, optando por cesáreas, por alimentar a sus bebés de forma artificial (fórmulas lácteas) y luego dejarlos durante largas horas en una “guardería”. Es decir, entregando sus crías al sistema. Señala Casilda Rodrigañez, bióloga y escritora antipatriarcal, en su obra La Represión del Deseo Materno y la Génesis del Estado de Sumisión Inconsciente, quien plantea que:  
“Se trata de asegurar (por parte de el sistema) que la madre esté separada de la criatura durante los minutos y las horas que siguen al alumbramiento, es decir, hay que evitar que se produzca la impronta, el acoplamiento de los flujos maternos y que se constituya la pareja madre-criatura fuera del útero. Lo mismo que se castran a los toros para convertirlos en bueyes sumisos, hay que eliminar la impronta que produciría una vida humana demasiado exuberante, con demasiada energía para poderla domesticar.” (Rodrigañez, 2007)
La oxitocina, conocida como la hormona del amor, es la que se segrega durante el orgasmo, al hacer el amor, durante el parto natural y durante el amamantamiento, es decir, en todos los aspectos de la vida sexual humana, tanto femenina como masculina. Desde el punto de vista neurológico, esta es la hormona que nos permite obtener la capacidad de amar y la que permite que se desarrollen en nuestro cerebro las áreas que favorecen la empatía y los afectos. Junto con la oxitocina, también se segregan endorfinas que producen un efecto placentero y calmante. Sin embargo, cuando el parto y el nacimiento son irrespetados se corta el flujo de oxitocina y aumenta la adrenalina, hormona que se genera cuando hay violencia, miedo o inseguridad. Así mismo, aumenta la secreción de cortisol en la madre que está estresada y en el bebé que llora y no es atendido, esta hormona interfiere además en la producción de leche materna y produce una intoxicación neuroquímica ya que el cuerpo no es capaz de eliminarla.
“Las criaturas separadas de sus madres, se encogen, tiemblan de pánico, descienden la temperatura corporal, sufren alteraciones del ritmo cardíaco y respiratorio, incluso padecen apneas, y, en fin, todo su pequeño cerebro es invadido por descargas de glucorticoides (cortisol, hormona de estrés) y de adrenalina (hormona del miedo), creando una toxicidad neuroquímica que va a ser determinante en la formación de las vías neurales, es decir, en el sistema neurológico y neuromuscular que están en período de formación.” (Rodrigañez, 2007)
 En la cita anterior, Rodrigañez se refiere a las investigaciones más recientes del pediatra neonatólogo Nils Bergman sobre el proceso de formación durante la etapa primal, (etapa de la vida que va desde la gestación hasta los 3 años de vida) las cuales demuestran que las emociones configuran la biología y anatomía del cuerpo humano a partir de las respuestas fisiológicas y neurológicas ante el estado de sumisión que nos genera la privación de la experiencia del deseo materno. Esta intoxicación se traduce en violencia hacia sí mismo y hacia otrxs, baja autoestima y tensión muscular, según explica Rodrigañez.
Lamentablemente la oxitocina deja de estar presente durante los partos medicalizados, las cesáreas y al suprimir el amamantamiento. De esta forma se hace más difícil sentir AMOR. ¿Cuál es el futuro de la humanidad sin amor? Nos preguntamos junto al médico partero e investigador Michel Odent.  Definitivamente la forma en que se viven los nacimientos y la crianza está relacionada con nuestra capacidad de amar, al igual que con nuestra capacidad de ser violentos. 
“En las sociedades en las que la sexualidad genital está muy reprimida, las mujeres tienen una menor probabilidad de tener partos más fáciles, del mismo modo, la rutina hipercontroladora del proceso del nacimiento influye en otros aspectos de nuestra vida sexual”, señala Odent en su texto, El Nacimiento y los Orígenes de la Violencia. Estas explicaciones desde la ciencia son un gran aporte para comprender las necesidades de los seres humanos y orientarnos hacia el Buen Vivir, es decir una verdadera calidad de vida, no necesariamente material.
Las madres vivimos en una contradicción permanente. Por un lado, lxs niñxs requieren de nuestra presencia constante, nuestra mirada, nuestro cuerpo y nuestro amor. La transición desde el nacimiento hasta convertirnos en seres autónomos con una identidad propia es un proceso largo y distinto en cada niñx. Lo cierto es que este gran trabajo que hacemos las mujeres, y algunos hombres responsables, es invisible para la sociedad, como si la crianza fuera un asunto menor de la vida que se deja en las manos de cualquier persona o institución a cambio de dinero.
Por otro lado hay una esfera pública donde las mujeres proyectamos una imagen que satisface a nuestro ego y nos da reconocimiento, como el trabajo remunerado o la actividad política y social donde alzamos nuestra voz, donde existimos frente a lxs otrxs y somos “productivas”. Desde la lucha feminista, hemos conquistado cada vez más esa esfera pública, lo cual es un gran logro, aunque lo hacemos de acuerdo al estereotipo masculino que impone el sistema, como madres patriarcales sin libido, áridas, sin responder al deseo de las crías, dejándolas al “des-cuido” en guarderías mercenarias, viendo televisión o video juegos durante horas o llenos de objetos y golosinas, mientras pensamos que el desarrollo absoluto o realización, tanto del hombre como de la mujer, está en esa imagen pública. La pregunta entonces es: ¿estamos siendo felices así? La terapeuta y escritora argentina Laura Gutman señala al respecto en su obra Mujeres Visibles, Madres Invisibles:
El desafío de las próximas generaciones de mujeres es ver qué podemos hacer para integrar los espacios de mujeres, que el feminismo en las últimas generaciones ha conquistado (estudiar, trabajar, actuar en política), con la maternidad. Porque el problema es que en esta conquista hemos perdido esa otra parte que es muy femenina, es muy nuestra y también es muy poderosa. Lo que pasa es que hemos relacionado la maternidad con un lugar de sometimiento y LA MATERNIDAD NO DEBERÍA SER UN LUGAR DE SOMETIMIENTO Y REPRESIÓN.”
En Crianza en Tribu, como colectivo de madres y padres socialistas, nuestra lucha es por el reconocimiento de las necesidades de la infancia y su atención como prioridad vital, no solo por parte de las mujeres, sino por parte de los hombres y especialmente por la sociedad entera. Entendiendo que la insatisfacción de estas necesidades primarias es una de las principales causas de distorsiones en la sociedad moderna que consideramos flagelos como la violencia, la pobreza, el egoísmo individualista, la desvinculación con el otro y con el medio ambiente, entre otros, por cuanto esto marca al ser humano en su génesis y condiciona su comportamiento futuro en el contexto social.
Por tanto, demandamos estar incluidxs en la esfera pública como madres y padres, no como máquinas. Creemos firmemente que es importante “feminizar” la esfera pública rompiendo con la lógica del trabajo esclavizante y practicando el trabajo liberador en armonía con los ciclos naturales de la vida, el ecosocialismo y la crianza respetuosa como una forma de educación y lucha política antipatriarcal.
En el año 2012 se creó una Nueva Ley del Trabajo en la que se escuchó al Poder Popular y se aprobó la extensión del permiso por maternidad a 6 meses. Esta ley representa un avance en el reconocimiento de la crianza y el amamantamiento como labores que producen bienestar social y esfuerzo. Sin embargo, el período que la cría necesita ser amamantado es más extenso, las necesidades de lxs bebés no tienen horario, ni fecha en el calendario, las crías no entienden la rigidez absurda de los tiempos del sistema capitalista. Es violento someter a las criaturas a cambios abruptos, sobre todo en los aspectos relacionados al vínculo materno y a la alimentación.
Es por eso que algunos movimientos del Poder Popular en Venezuela que estamos construyendo la Matria-Patria con nuestrxs hijxs en brazos, acompañándonos como una tribu, consideramos que existen otras posibilidades para armonizar trabajo y vida familiar, como por ejemplo, la adaptación de espacios para la crianza en los entornos laborales y de estudio para que lxs hijxs estén cerca de sus madres o padres, las redes solidarias entre familias para el cuidado, la sensibilización por parte de la sociedad para comprender y acompañar a una madre que amamanta y el respeto hacia los hombres para que se integren a la labor del cuidado de la vida más allá del rol de proveedores de bienes materiales. Cada experiencia puede adaptarse de acuerdo a la diversidad de contextos.
Desde estos movimientos estamos intentando recrear prácticas alternativas a las que existen en el capitalismo y así avanzar hacia la construcción del ecosocialismo, desde el reconocimiento y el respeto a la gestación, el parto, el nacimiento, el amamantamiento y la crianza. Como colectivo, estamos acompañándonos para promover la desmedicalización de estos ciclos vitales, la difusión de información, la reflexión y el apoyo a las familias. Estamos alzando la voz para que las mujeres sepan que vivir partos y nacimientos respetados no solo es posible sino necesario. Que detrás de las fórmulas lácteas está el interés de mantener a una población enferma para favorecer el enriquecimiento de las corporaciones farmacéuticas y para invalidar la lucha que contra este sistema opresor podría dar de manera imparable, una población en plenitud de condiciones saludables. Además, detrás de una crianza que no se conecta con las necesidades de las crías, que no valida sus sentimientos y se basa en disciplinas que castigan y culpabilizan, está la formación de seres sumisos y obedientes a la lógica patriarcal.
Al contrario del concepto de la crianza como un proceso individual y privado, el proceso revolucionario en Venezuela ha inspirado su politización y la necesidad de asumirlo de forma comunitaria y autogestionada. Pensamos que el trabajo formal no debería ser un obstáculo para que las familias fortalezcan sus vínculos afectivos y que el trabajo de la crianza debería ser valorado de acuerdo a las propias necesidades de las familias y de la cría humana. Estas necesidades son el respeto, el reconocimiento, el amamantamiento, el tiempo para estar juntxs, el amor, la mirada, el tacto, la escucha y el placer, entendiendo que estos aspectos están estrechamente relacionados con el continuo de los ciclos vitales, que es nuestra conexión con la naturaleza, de la cual provenimos.
Planteamos el tiempo y el espacio para amamantar sin que la madre tenga que escoger entre la salud de su bebé y el trabajo asalariado para no morirse de hambre o privarse de hacerlo por vergüenza y temor a las críticas que genera el amamantamiento en público; implica el reconocimiento cultural y social de la paternidad para que los hombres tengan espacio para el cuidado de sus hijos y para disfrutar de brindar afecto en el hogar; implica el respeto al nacimiento de los seres humanos sin que esté por encima el interés capitalista de la industria transnacional de la salud y la alimentación y la visión de la medicina patriarcal e implica que las mujeres decidan el cómo y el cuándo de su maternidad libremente.
El empoderamiento de las mujeres se refiere a la capacidad para asumir posiciones conscientes, para tomar decisiones por sí mismas y para lograr una política de convivencia respetuosa y sin discriminación tanto en el espacio público como en el privado. Es un poder que no se refiere a tener el dominio sobre el otro, sino que, se genera colectivamente eliminando la violencia y la explotación al garantizar el derecho de la mujer a tomar decisiones sin ser juzgada.

El trabajo liberador es el único que puede aportarnos calidad de vida. Sin embargo, estamos dedicando más tiempo a producir para el sistema que en nutrirnos de placer, de felicidad y de paz. Por más que trabajemos estamos siendo pobres, vivimos enfermos pensando que es natural la falta de amor, además estamos en una competencia, en una carrera constante que no sabemos exactamente a donde nos lleva. La riqueza no es necesariamente material o espiritual. La riqueza es el tiempo, ese tiempo para el BUEN VIVIR, comer juntos, amarse y recrearse; la riqueza también es el empoderamiento al sentir de forma consciente y placentera nuestros ciclos vitales. Cuando hablamos de feminizar la esfera pública, hablamos de humanizarla, de visibilizar la importancia de la familia y darle prioridad. Si democratizamos el debate en la diversidad de contextos, conciliaremos familia y trabajo. 

VER PARTE II http://crianzaentribubv.blogspot.com/2014/08/la-crianza-en-la-esfera-publica-parte-ii.html

sábado, 9 de agosto de 2014

¿Miedo a perder la libertad con la maternidad?

Por Jenny Soto

Desde hace algunos años luzco así, hice de la maternidad mi trinchera de lucha. Voy porteando a mi bebé de 1 año, a veces  también llevo de la mano a mi hija mayor que tiene 4 años.  Aunque la mayoría de las veces ella se queda con su papá, en algunas ocasiones él también nos acompaña. Mis hijas nunca han ido a guarderías. La gente ya nos conoce y sabe que si vengo yo, también vienen mis hijas. Mi vínculo con ellas me permite estar en cualquier lugar y trabajar o estudiar. Me considero una mujer y una madre con la fuerza suficiente para defender la presencia de mis hijas en cualquiera de estos espacios, incluso donde la mentalidad de la gente sea tan cuadriculada como para no comprender nuestra relación.

Mis hijas suelen adaptarse, llevan sus juguetes, sus comidas o se armonizan tomando teta y quedándose dormidas sobre mi pecho. Si necesitan algo me tomo una pausa o varias para atenderlas con mucha paciencia. Hay cosas que hacía antes que no puedo hacer ahora, como ir de fiesta en la noche. Eso ya no me interesa, para mi es vacío. Ahora empecé a encontrar lo esencial, tomé conciencia del carácter político del ámbito personal y comprendí como el sistema capitalista y patriarcal hace lo posible para convertirnos en máquinas sumisas de producción en serie, como si fuéramos una cabeza y un cuerpo separados, como si todo estuviera fragmentado y como si la  vulnerabilidad de un ser fuera inaceptable.

Como doula, siempre estoy conversando con madres y sé que no hay mujer embarazada que no le genere ansiedad el tema de cómo armonizar trabajo y maternidad. Nos aterra pensar en que tengamos que escoger entre el trabajo y el bebé. Incluso yo misma, durante mucho tiempo pensé que al convertirme en madre perdería mi libertad y mi identidad, sin embargo he podido criar, militar y encontrar mi espacio laboral reivindicando la maternidad.

En estos andares he recibido críticas y dedos acusadores que permanentemente están tratando de juzgar o evaluar lo que hago como madre, que tan buena o mala soy, cuan dedicada soy, cuanta teta doy o no doy, que si las malcrío o no, si serán toda su vida dependientes o no y un largo etc.… muchos están para criticar, pero no para apoyar.  Primero seamos corresponsables para cuidar la vida y al mismo tiempo vivamos maternidades libres, no hay una sola forma de ser madres, la formula correcta no existe, dejemos de juzgarnos unas a otras, si nos equivocamos es porque también somos libres para aprender, cada quien a su manera da todo lo que tiene. Olvidemos los parámetros feministas burgueses que ven la maternidad como una vergüenza o como un calvario de abnegación. Seamos madres solo por amor a la vida, sin esperar nada a cambio, acompañemos a la maternidad.

Particularmente pienso que nuestra vida no se detiene con la maternidad, la introspección durante el puerperio no quiere decir que nos detenemos, lo que pasa es que la gente no ve todo el movimiento del alma y el portal de conciencia que se abre durante la maternidad, solo cada mujer es consciente de ello, para el resto del mundo todo esto es invisible. Cuando retornas a la calle fortalecida, eres tú y tu bebé.

Con la maternidad experimenté lo divino de crear y acompañar la vida, de verla crecer, de nutrirla, de tenerla entre mis brazos y proteger su vulnerabilidad con empoderamiento.  Empecé a tener conciencia de mi misma, del mundo, de mi cuerpo, de mi pelvis, de mi útero creador, órgano que origina el placer orgásmico, de mis senos dadores de vida y de medicina, también experimenté la maternidad como otro escenario de la sexualidad femenina, otra faceta más sutil. Me siento hermosa con mi cuerpo y con las marcas estriadas de mi vientre, huellas de la vida. Empecé a amarme y a darme cuenta que cada célula, músculo, hueso y órgano de mi cuerpo cuenta mi historia. Volvieron recuerdos de mi infancia, me fui a lo más profundo. Mis hijas me enseñan el mundo desde mi reflejo en ellas. Ahora comprendo a mi madre y a mi padre, tengo compasión por ellos y entendí que para ser madre es inevitable mirar y escuchar hacia adentro de nosotras mismas y de nuestra memoria ancestral.


A pesar de todos los mitos y prejuicios sobre la maternidad, ahora percibo la vida desde una perspectiva más consciente y activa, siento que esta experiencia me enriquece y me permite ver el mundo desde un punto de vista que antes no conocía. Este es mi camino y cada madre lo transita con lo mejor que puede dar.