Un Nacimiento lleno de Paz
A pesar de las historias de abuso sexual...
Por Jenny Soto
Recuerdo que Ifigenia me
había contado que presentía que el 19 de abril podía nacer su bebé. Y estuvo
cerca, ese día en la tarde empezó su trabajo de parto y el 20 de abril a las
8:08 am nació Paz. Durante la noche mantuvimos contacto telefónico, por su voz
sabía que estaba viviendo expansiones placenteras. Ella decidió llegar a la
clínica a las 6:30 am. El médico le hizo el chequeo a las 7am y vio que el
cérvix estaba en 10cm. Durante esa transición se mantuvo de pié, meneándose y
gimiendo suave y sensualmente. Había una música suave muy agradable y un aroma
de vainilla que se desprendía de una vela. Por la expresión de su rostro me
parecía que tenía orgasmos en cada expansión, la vi disfrutando, sabía que
sería un nacimiento hermoso. Su pareja, Pablo, le masajeaba la espalda durante
las expansiones, cada tanto iba y venía mientras acomodaba la habitación con la
bañera para un nacimiento acuático.
Ifigenia muy concentrada
tomaba fuerza y oxigeno con cada respiración, repetía ¡yo si puedo! le sugerí que
visualizara la imagen de su bebé flotando en su vientre, girando y deslizándose
hacia la luz a través del canal de su pelvis. Pronto ella pidió entrar a la
bañera, ya sentía ganas de pujar. Vi que su cuerpo quería acercarse al suelo y
tomar posición de parto, no dejaba de moverse experimentando posturas. Ella
demostraba poder, control, seguridad, una combinación perfecta de fuerza y amor.
El saco amniótico se reventó
al salir la cabeza de su bebé y el médico apartó inmediatamente una circular de
cordón, notamos que había un meconio verde-marrón, pero no lo suficiente como
para afectar la salud de la pequeña. Tal como lo invoca su nombre, su
nacimiento fue en Paz, en silencio, hermoso, inspirador, protegido, con el
espacio y el tiempo para las miradas, el tacto y el amor entre papá-mamá-bebé.
Paz no tardó en beber del pecho de su madre, aun con el cordón conectado a la
placenta, el apego fue instintivo, natural y mamífero.
Por bendiciones de la vida
me hallaba en ese lugar sagrado acompañando el nacimiento de una nueva familia,
yo me sentía hermanada con ellxs, con una profunda empatía. Estuve varias horas
compartiendo y comentando sobre el parto, la crianza, el amamantar…en esa
habitación había un núcleo amoroso que contagiaba. Me fui a casa cargada de
admiración por los dones femeninos para sanar y convertir el dolor antiguo en
poder y fortaleza.
Ifigenia es una mujer
valiente que decidió confiar en Beltrán, su médico y contarle que tenía una
herida de abuso sexual. Él médico consciente de las repercusiones que esto
puede tener en el parto le sugirió una sesión privada con Isabella, terapeuta y
maestra doula. Acompañé a Ifigenia a esa sesión medicinal y sanadora para
todxs, para Pablo, para Isabella e incluso para mí.
Como mujer y madre, me
gratifica acompañar la transformación espiritual que viven las mujeres en sus
partos, así mismo, me complace verlas empoderadas, tomando las riendas de su
vida al enfrentar las heridas del pasado, reconociéndolas y desprendiéndose de ellas. Ese paso es el más
importante en la preparación pre natal, en palabras de Laura Gutman esto es
prepararse para La Maternidad y elencuentro con la propia Sombra.
El parto es un
acontecimiento en el que se expresa la sexualidad femenina al máximo, de hecho,
el nacimiento al igual que la lactancia son partes indivisibles de la copula
sexual, allí afloran todas las memorias emocionales grabadas en el cuerpo. Las
mujeres sabemos que para parir nos tenemos que rendir ante las incontenibles
señales del cuerpo, entregarnos a la voluntad divina y dejarnos ir. Es por eso
que si hemos padecido escenas de abuso sexual es importante sanarlas antes del
parto.
Soy testigo de lo armónico
que pueden ser los partos en mujeres con historia de abuso sexual cuando ellas
logran tomar conciencia de su situación, hacer un trabajo introspectivo del
alma y atraer a personas que la apoyen afectivamente en este proceso. Me llena de dignidad ser parte de un equipo
que acompaña a las mujeres a contactar con sus propios recursos para manejar
sus miedos y dolores. Agradezco a Ifigenia por permitirme acompañar su
iniciación como madre, a Pablo en su iniciación como padre y a Paz por
escogerme como doula, también agradezco a Auroramadre, por abrir este espacio
de reivindicación de lo femenino.