La Carencia y la Castración del Deseo Materno
Por Jenny Soto
En palabras de la escritora Casilda Rodrigañez: “Con el 'deseo' nos
referimos de manera específica a la pulsión sexual de los seres humanos. Es la
pulsión vital humana, el deseo de placer y de complacer (placer con) que brota
del cuerpo, con una función de regulación propia. Es la pulsión que desarrolla nuestra capacidad orgásmica, de amar y nuestra sexualidad que es específica y
que está muchísimo más desarrollada que en ninguna otra especie animal.”
Mientras el ser
humano está en el útero materno solo conoce el bienestar, el placer, el
alimento continuo, el cuerpo caliente y acuático que lo envuelve. El ser humano
viene dispuesto para una enorme producción de deseo si se mantiene la
continuidad del vínculo a través de la mirada, el tacto y el acoplamiento de
los cuerpos. De esta forma hay empoderamiento y placer. Si por el contrario,
hay ausencia, frio y violencia ocurrirá la castración tanto de la madre como de
la cría y se necesitará mucho esfuerzo para restaurar el vínculo
posteriormente.
Al separar a la madre
y al bebé aparece la carencia. “el miedo a volver a carecer está servido, el
deseo se transforma en miedo a carecer”, acierta Rodrigañez. Empezamos a vivir
con la angustia de que algo parecido va a pasar una y otra vez. La historia de
socialización que así se construye desde el nacimiento es una historia de
represión que va privando nuestra producción de deseo. Lo que se aprende de esa
situación es a relacionarnos desde el miedo a carecer y no desde el placer y la
satisfacción del deseo. Ese aprendizaje no es consciente, queda grabado en
nuestro cuerpo, en nuestras células, queda en forma de tensiones musculares,
enfermedades mentales y psicológicas y repercute en todos los ámbitos de nuestra
vida. “El
deseo materno es la pulsión sexual que guía y regula la maternidad. Esta es la
verdad de la maternidad que no se sabe o que no se dice,” afirma Rodrigañez.
Llevamos
interiorizada la represión y así el sistema forma las condiciones para la
dominación y la acumulación de riquezas. La
carencia y la pobreza es organizada por el sistema al castrar el deseo materno.
La maternidad es otro escenario
de la sexualidad femenina
El
útero es nuestro epicentro erótico, mas allá del clítoris y la vagina, no solo
es un órgano para la reproducción, sino para el placer. Rodrigañez nos recuerda
las investigaciones de Masters y Johnson quienes señalan que durante el orgasmo
hay contracciones rítmicas de las fibras uterinas.
¿Por
qué nuestros partos son dolorosos? ¿Por qué nuestras menstruaciones son
dolorosas? Por la rigidez que tienen nuestros úteros, así pasamos a “estar
enfermas” y a caer en manos de la medicina patriarcal. Al no tener conciencia
de lo que nos sucede entregamos el poder.
El
útero ha sido borrado de nuestra conciencia, la desconexión y falta de
consciencia sobre nuestro propio cuerpo hace que nuestros procesos y ciclos
vitales nos resulten extraños, incontrolables y dolorosos.
El
cuerpo se expresa inevitablemente, tiene un lenguaje y ese dolor nos recuerda
el patriarcado que pesa desde nuestras entrañas, la negación de lo femenino, el
poder que debemos recuperar empieza por la conciencia de nuestro cuerpo. Al
sanar nuestra feminidad recuperamos el placer. He allí como el sistema
capitalista y patriarcal castra y domina.
Para seguir leyendo la obra de Casilda Rodrigañez "La represión del Deseo Materno y la génesis del Estado de Sumisión Inconsciente" visita: https://sites.google.com/site/casildarodriganez/
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