Por Jenny Soto
Corresponsabilidad
en la crianza
El capitalismo no solo
oprime a la mujer, para el hombre también existen parámetros que lo hacen
sentirse vacío e infeliz. Un cambio de paradigma puede visibilizar la importancia
del rol paterno permitiéndole participar protagónicamente, ya que incluso su
presencia está negada en el momento del nacimiento del bebé, con lo cual se le
margina, desde el principio, de la relación afectiva con sus hijos y su
familia. En el patriarcado, la imagen ideal y
del éxito que se proyecta del hombre está relacionada con la violencia, con la
fuerza física, con el poder, con la poliginia, mas no con los afectos y la
paternidad responsable.
Jamás se discute quien lleva al niñx al pediatra, de antemano se sabe que
irá la madre, tampoco se discute quién le da de comer, quién le baña, quién le
cuida o quién cocina, porque en la sociedad se considera que es el trabajo
natural de la mujer, mientras que al hombre se le ridiculiza si las asume y
simplemente se le relega al rol de proveedor de bienes materiales. Sin embargo,
cada vez son más las nuevas masculinidades que se involucran emocionalmente y
viven experiencias enriquecedoras al tomarse tiempo y espacio para compartir
con sus hijxs.
Los seres
humanos somos plurales, es por ello que nuestras diferencias representan la
riqueza y la diversidad que nos da la oportunidad de derribar la hegemonía del
sujeto único masculino y proponer la igualdad en el sentido de la participación
política, esfera en la que decidimos nuestros derechos colectivamente con una
finalidad emancipadora y transformadora.
Es necesario que la sociedad acompañe el proceso
de crianza. Desde el Poder Popular en Venezuela se han creado grupos de
discusión pública al respecto, se han transformado leyes a favor de la familia,
mujeres trabajadoras y estudiantes demandan salas de lactancia en sus centros
de trabajo y de estudio, así como lugares para el cuidado infantil gestionados
corresponsablemente entre familia y comunidad, que no tengan la perspectiva de
“guardería”, en las que se deposita al bebé durante horas y se le empieza a
educar para la sumisión al sistema. En la construcción de estas
propuestas han participado diferentes colectivos del Poder Popular como Lactarte, Camada, Arepita de Manteca, Patria
a Pecho y Crianza en Tribu, entre otros.
Todos los entornos de trabajo o estudio
deberían estar adaptados y preparados para la presencia de lxs hijxs de lxs
trabajadorxs y estudiantes. Cuando proponemos la crianza en comunidad, queremos
visibilizar la responsabilidad de la sociedad en favorecer el encuentro y la
unión entre lxs hijxs y su familia. Este no es un asunto individual para
atender, se trata de la construcción de la patria-matria y la eliminación de la
cultura patriarcal desde la politización de la crianza.
De la
formación que nuestrxs hijxs reciban, depende que nuestra sociedad esté
constituida por seres humanos con autoestima, con amor para dar al prójimo, con
fuerzas para luchar por su liberación, o por seres humanos violentos, machistas
y con baja autoestima, quienes repetirán las conductas destructivas que vieron
como imagen ideal del éxito en sus propios padres y en el entorno.
La tribu es necesaria no solo para proteger
las necesidades materiales, de salud y bienestar que consideramos básicas en la
crianza. Es necesaria también para formar seres reflexivos, preparados para
conocer y defender sus intereses y sus derechos, así como seres sensibles,
capaces de compartir la palabra y la reflexión como un ejercicio liberador y de
consciencia que implica la recuperación del encuentro humano en contraposición
con la violencia que el sistema genera y fomenta.
A través de la maternidad hacemos política
La
Crianza en Tribu es una propuesta que surge de madres y compañeras que nos
hemos encontrado en diferentes espacios con nuestrxs hijxs en brazos, a veces
un tanto incomprendidas, pero con la conciencia de que la crianza es trascendente
para la humanidad. Queremos amar, criar piel a piel y con respeto. Nos
encontramos así mujeres que salimos a la calle a trabajar, a luchar en nuestras
comunidades, a estudiar y a construir el mundo, sintiéndonos permanentemente en
contracorriente.
No pensamos
en la maternidad como un inconveniente en nuestra vida, tampoco dependemos de
ella, ni la idealizamos ni pensamos que nos santifica o nos salva. Para las
mujeres consientes es una experiencia creativa, formadora y sensible que nos
muestra otros aspectos de la vida, en la que encontramos placer y conocimiento.
Sin
la maternidad no sería posible la existencia del Ser Humano, todxs venimos de una
madre, por lo tanto hay que sanarla. Sabemos
que lo que está mal en el sistema no es nuestra maternidad, sino la
deshumanización de la vida y el interés capitalista que pretende convertirnos
en máquinas sumisas para el trabajo y en sujetos de consumo. Una especie de
esclavitud que procura desarraigarnos y alejarnos de nosotras mismas, de
nuestra sexualidad, de nuestra conexión con la Madre Tierra y sus ciclos que
también se representan en nuestra feminidad.
Queremos
que la maternidad sea una experiencia libre, que no sea un motivo más para que
nos violenten y que no sea intervenida o juzgada por las instituciones, por el
estado, por las religiones, por los medios de comunicación. Que no nos
discriminen en el trabajo, en los hospitales, en nuestros partos, en la calle o
en un salón de clase por ser madres. Un hijo no nos hace discapacitadas o
víctimas. Alzamos la voz para que el sistema no coloque a la maternidad como un
inconveniente para el desarrollo profesional y económico de la mujer. Comprender
que por el contrario, nuestro cuerpo tiene el poder para la gestación, el parto
y la alimentación, lo cual es un rol y una bendición maravillosos y la sociedad
debería asumir su corresponsabilidad en estos procesos.
No
queremos una maternidad objeto de consumo que genera pobreza en las mayorías y
riqueza en unos pocos, queremos defender la libertad y naturaleza de nuestros
cuerpos. Hoy denunciamos como violentas todas las rutinas médicas innecesarias en
nuestros partos y nacimientos, la amenaza al amamantamiento por parte del
mercado de formulas lácteas, alimentos,
biberones y medicamentos, al igual que la presión laboral o académica
que no reconoce la existencia de nuestrxs hijxs y sus necesidades.
Crianza
en Tribu quisiera rescatar la visión comunitaria del concepto aborigen del Buen
Vivir, que se refiere al “paradigma
comunitario de la cultura de la vida, que se sustenta en una forma de vivir en
respeto, armonía y equilibrio con todo lo que existe, entendiendo que todo en
la vida está interconectado y está interrelacionado”. Por eso es importante
cada ser, porque es parte de nosotrxs mismxs, porque es la naturaleza de la
vida, de acuerdo a los principios y sabidurías ancestrales recopiladas y traducidas
por el escritor Aymara Fernando Huanacuni
Mamani en su obra Vivir Bien / Buen Vivir.
En el
contexto capitalista existen pocas posibilidades para una maternidad y
paternidad dignas, respetadas y para que exista la crianza en comunidad como lo
plantea el concepto del Buen Vivir. El Buen Vivir no se relaciona con la visión
de desarrollo occidental basada en el consumismo y el individualismo, busca la
riqueza a través de un cambio de estructuras y paradigmas hacia lo comunitario
y hacia el equilibrio entre las energías masculina y femenina.
Esa
complementariedad de lo comunitario implica una visión multidimensional del ser
humano, que integra los aspectos históricos, sociales, culturales y lo personal. “En
la complementariedad comunitaria lo individual no desaparece, sino que emerge
en su capacidad natural dentro de la comunidad. Es un estado de equilibrio entre
comunidad e individualidad.” Señala Huanacuni.
Es quizás esta visión multidimensional natural que incluye
“aspectos intangibles que determinan la vida” más allá de lo material, lo que
la visión occidental pretende hacer ver menos importante por estar relacionado
a lo espiritual, subjetivo, emocional o irracional.
La ciencia occidental ha buscado siempre explicar al ser humano
objetivamente, en esta lógica, el único conocimiento válido es el medible o
verificable. Tanto así que el sentir es una cuestión humana que ha quedado a un
lado y hoy en día muchos aspectos de la vida están en contradicción desde lo
íntimo, lo familiar y lo social. No es novedad decir que vivimos en una
civilización altamente violenta e infeliz que es una amenaza para el mismo ser
humano y la naturaleza.
La Crianza en Tribu es la utopía que nos guía para sanar lo
femenino, nuestra madre, la Matria. He allí nuestra forma de hacer política
desde el cuidado de la vida y desde la reivindicación de la maternidad y la
paternidad.
Bibliografía citada:
Gutman, L. Mujeres Visibles,
Madres Invisibles. Buenos Aires: Editorial Del Nuevo Extremo.
Huanacuni, F. (2010) Buen
Vivir/Vivir Bien, Filosofía, políticas, estrategias y experiencias regionales
andinas. Lima: Coordinadora Andina de Organizaciones Indigenas (CAOI)
Odent M. (2002) El Nacimiento
y los orígenes de la violencia. Revista
Ostare. (Buenos Aires) nº 7, (pp.46-50)
Rodrigañez, C. (2007) La Represión
del Deseo Materno y la Génesis del Estado de Sumisión Inconsciente.
Ediciones Crimentales.
Fuente Audiovisual:
Bergman, N. (producción y dirección) 2005 Restoring the Original Paradigm (Restableciendo el paradigma
original) [Documental]. Sudáfrica.