Comunicación para el disfrute del tándem
Por Jenny Soto
Como había relatado en una entrada anterior, he
tenido algunas dificultades durante la lactancia en tándem, ahora les contaré
con más detalle como esa dificultad reflejaba una situación emocional propia
que tuve que sanar para poder disfrutar el tándem. Ese malestar se materializó
en los quebrantos y gran demanda de lactancia de mi hija mayor de 3 años, quien
no quería ningún otro alimento. Eso hizo que mi gran ilusión de lactar a 2 se
convirtiera en una carga. Entré en cuestionamientos internos sobre mi capacidad
para amar a mis dos hijas de igual manera, me sentí un poco culpable y recordé
mi propia historia de destete cuando tan solo tenía 3 meses de edad a causa del
nuevo embarazo de mi madre, quien presionada por la sociedad abandonó mi
lactancia, ahora ella misma comenta que de haber sabido no lo hubiera hecho.
Ese desplazamiento fue la primera circunstancia que
me provocó rechazo hacia mi hermano menor, lo cual se profundizó durante la
crianza al sentir que él tenía prioridad. Aquí la incomunicación jugó un papel
trascendente, mi madre nunca me explicó lo que pasaba y nunca pude saber, hasta
ahora, que ella nos amaba a los 2 por igual, no le tengo rencor porque ella
misma me ha ayudado a sanar, ahora que es consciente de la importancia de la
lactancia, ha contribuido en facilitarme el encuentro con mis hijas.
Cuando nuestros hijos tienen actitudes que nos
molestan es porque nos están dando una señal de algún aspecto que debemos hacer
consiente para sanar, precisamos una introspección y dejarnos llevar por ese
estado alterado de la conciencia que nos da la maternidad.
En este caso, me conecté con el sufrimiento que me
causó un destete precoz y la falta de brazos de mi madre por estar ocupada con
el nuevo bebé, preguntándole a ella supe que me dio asma cuando mi hermano
nació. Mi miedo al convertirme en madre de 2 hijas era que mi hija mayor se
viera en una situación a similar a la que viví, es decir sentirse desplazada o que
se creara rivalidad entre hermanas, tenía miedo a que entre ellas hubiera una
relación odiosa como la que he tenido con mi hermano. Tuve que llorar mucho
para despojarme de ese malestar, comprender la situación en la que estaba mi
madre, sin apoyo y sin una doula. Fluyó
naturalmente una reconciliación con mi propio hermano. Con el redescubrí una
conexión especial después de una relación tormentosa que había empeorado con la
llegada de mi nueva bebé. En el instante en que las cosas parecían
irreconciliables, me llamó una noche
para disculparse, ambos asumimos responsabilidades y volvimos a hacer el pacto
de respeto y complicidad de hermanos que siempre tuvimos. Yo me liberé de
rabia, dolor y rencores viejos.
Para proteger a mis hijas de ese estado emocional,
opté por la lactancia en tándem y la comunicación. Hablando con ellas de mi situación les quité
un peso de encima y les dejé libre el camino, sin herencias negativas, para que
iniciaran una relación amorosa de verdad verdad.
Esta sociedad nos
enseña a etiquetar a nuestros hijos y a compararlos, así se genera rivalidad y
competencia entre ellos en vez de generar lazos de hermandad. La gente suele
resolver todo diciendo que el niño o la niña mayor tiene celos, que el problema
es el niño o la niña, no se le escucha y se le impone una situación humillante
y confusa que es nefasta para su autoestima en vez de intentarse una solución
desde la comunicación y el crecimiento personal y espiritual del adulto. La
mayoría de madres o personas no actúa de
este modo por falta de amor a sus hijos e hijas, sino por desconexión. Por el “ruido”
de los parámetros sociales y culturales que dificulta a las personas una
conexión consigo mismas y con sus instintos para ser capaces de demostrar a sus
hijos e hijas su amor plenamente.
Por mi parte, agradezco a mis 2 hijas por hacerme vivir
esta regresión para sanarme. Desde que empecé a tener conciencia de esta
situación que viví, mi hija mayor ha disminuido su demanda, antes llegaba a
sustituir comidas y a veces me marcaba los dientes en el pezón por estar tensa,
ahora colabora y es muy amable.
La comunicación me ha funcionado, le hablo mucho a
mis 2 hijas, lo hago de forma muy sencilla, simplemente abro mi corazón y digo
con sinceridad lo que siento, por ejemplo, a Mora le digo frases como:
-
Tu hermanita aún no tiene dientes y solo
puede tomar teta, por eso es importante darle cada vez que lo pida. Tú ya
tienes dientes y puedes comer muchas cosas deliciosas. Cuando eras bebé y no
tenías dientes también te daba teta todo el tiempo.
-
En este momento no estoy cómoda para
amamantarlas a las dos al mismo tiempo ¿puedes esperar un ratico? Prefiero
darle la teta primero a una y después a la otra.
-
Mamá está un poco débil y necesita comer
antes para seguir dando teta.
Aprovecho lo que vivimos para enseñarles a amar y
compartir, les enseño que las cosas no son siempre como quisiéramos. Incluyo a
la hermana mayor en las rutinas de cuidados de la bebé para enseñarle a ser
generosa con su hermana menor en vez de saturarla de regalos para que no se
sienta desplazada. Opté por la lactancia
en tándem y la comunicación. De este modo mantengo el vínculo de la lactancia y
estoy bien conmigo misma.