A la luz de la Luna Llena: Elías
Por Jenny Soto Doula
Desde
que tu mamá y yo nos conocimos hubo mucha empatía, ella me pidió que fuera su
doula en tu nacimiento y encantada acepté. Siempre la percibí feliz contigo en
su vientre, con una sonrisa al hablar de ti. Hoy lunes de luna llena empezó a
avisarme desde las 6 de la mañana que las contracciones eran seguidas,
imaginé que ella no durmió mucho y que sería el día de tu nacimiento.
.
Desde
el pasillo de la clínica escuché los gemidos de tu mamá y al entrar a la habitación
me encontré con tu papá y tu tía, la gemela de tu mamá, ellos estaban ayudando.
Habían creado un ambiente divino: incienso, velas, música suave y luces bajas.
Yo saqué una barra de cacao para hacerle un masaje a tu mamá, tu tía muy
atenta, aprendió pronto. Pronuncié algunas palabras para dar aliento y fuerza. A
las 4 pm ella tenía 9 cm de dilatación, había avanzado muy rápido y sus gritos
tenían ese particular sonido telúrico que anuncia la coronación.
Vi
que tu mami sentía mucho dolor. Le dije que no podíamos evitarlo, pero si
aceptarlo, sobrellevarlo y agradecerle. Hicimos visualizaciones en las que
transformábamos el dolor en alguna cosa manejable y también algunas
afirmaciones para contactar con el don de la naturaleza y el poder del parto. Tu
papá estuvo siempre muy cerca de tu mami, sosteniéndola y palabreando con
ternura, conectándose profundamente.
Llegó
un momento en el que mamá estaba muy agotada, se quejaba del dolor en el coxis y
el aro de fuego en la vagina empezaba a arder, así que hicimos varios cambios
de postura y movimientos para apoyar a los desplazamientos de la pelvis.
Estábamos en la última fase, en la que se necesita entrega, apertura,
concentrarse en soltar, en dejarse ir. Ella demostró sus habilidades para
sostener su pensamiento firme y manejar su proceso.
Eran las 6:56 pm. A pesar de la oscuridad
buscabas fijamente la mirada de tu madre, era como si a través de tus ojos le
mostraras el universo entero y le estuvieras agradeciendo por haber sido tu
canal hacia este cielo. Vi lágrimas de emoción en los ojos de tu tía, me dieron
ganas de abrazarla, a papá se le vía muy enamorado y yo tuve la dicha de
acompañarlos en este encuentro amoroso.
Mamá
te dio calor de su propio cuerpo durante el alumbramiento de la placenta. Papá
cortó el cordón umbilical y después te acompañó como un guardián mientras el
pediatra te observaba, pesaste 3.3 kg y mediste 50 cm. No hizo falta otra
rutina. En breve estuviste de vuelta a los brazos de tu madre, con los sentidos
activos, explorando su olor, mirando, escuchando, probando la piel por primera
vez.
Estuve
una hora más hasta que me retiré feliz, contagiada de oxitocina. También iba a
buscar a mi bebé para darle amor a través de mi pecho y contarle una nueva
historia.