Ruta introspectiva
Por Jenny Soto
Es ir contracorriente, es estar en un “no tiempo”. El puerperio nos saca del ritmo acostumbrado de la racionalidad. En un primer momento no lo entendemos y luchamos por querer ser como antes, tratamos de rearmar los pedazos rotos de las mujeres que fuimos.
Es ir contracorriente, es estar en un “no tiempo”. El puerperio nos saca del ritmo acostumbrado de la racionalidad. En un primer momento no lo entendemos y luchamos por querer ser como antes, tratamos de rearmar los pedazos rotos de las mujeres que fuimos.
Tenemos muchos sentimientos
encontrados, por un lado felicidad, por otro sentimos miedo, inseguridad,
sentimos que perdimos nuestra identidad y libertad estando atadas al bebé que
demanda nuestro cuerpo y nuestras energías por completo día y noche.
El puerperio tiene mala fama,
en ese período nos encontramos con nuestros demonios, se despierta lo que está
dormido, aquellas cosas pendientes en
nuestras vidas, se reabren las heridas y duele. Sin embargo, el puerperio puede
ser un estado sanador si estamos dispuestas
a dar lo mejor de nosotras, a crecer y a conocernos mejor. En este
periodo se abre en nosotras un poder de indagación e introspección. Un portal
de crecimiento personal y espiritual. La maternidad nos da en realidad poderes
intuitivos especiales.
En el puerperio también
podemos experimentar placer y explorar otras facetas de la sexualidad femenina
a través de la lactancia y de la relación espiritual con el bebé. Por otro
lado, podemos descubrir nuevas formas de relación corporal con la pareja, disfrutando
con besos y caricias otras partes del cuerpo más allá de lo genital, si se
tiene la mente abierta. Hay parejas que
no lo disfrutan de este modo por seguir los opresivos patrones culturales y el
ritmo exasperante de esta vida contra natura, desarraigad@s de nosotr@s mism@s
y conectad@s con el afuera, desequilibrad@s.
El sistema que vivimos
dificulta atender las necesidades naturales de fusión entre la díada mamá-bebé
que se convierten en una sola alma. La modernidad solo visibiliza a la mujer en
tanto pueda satisfacer los deseos masculinos o pueda sobresalir en el ámbito
público. En la cultura occidental todo está fragmentado y es dicotómico, no se
comprende que este ámbito privado e íntimo es de gran influencia para lo
público y lo político. La maternidad placentera está reprimida, llena de
prejuicios, de reglas de valoraciones positivas y negativas, por eso el
puerperio pesa tanto e influye negativamente en la relación con los hijos y con
nosotras mismas. Es por eso que para crecer durante el puerperio tenemos que
estar empoderadas y libres, abiertas a nuestra intuición.
Cuando tuve a mi primera
hija experimenté un puerperio muy solitario, con muchas dudas, estrés, dolor en
el cuerpo y problemas de pareja. No me conformé y busqué la forma de comprender
lo que me pasaba, encontré tranquilidad entregándome a la lactancia exclusiva y
a libre demanda de mi hija, me desconecté de lo superfluo y me inicié en un
nuevo camino de comprensión del mundo, a pesar de que la gente me viera como
loca o fuera de lugar.
Al principio quería poner en
práctica “lo correcto”: el bebé en su propia cama, la lactancia dentro de un
horario, no cargarlo mucho, etc.…esas
ideas no prosperaron. Cuando tuve a mi niña en brazos fui incapaz de soltarla,
de negarle mi pecho y el colecho. Empecé a notar que lloraba menos cuando la
tenía en brazos todo el día, cuando me inventaba momentos especiales para
crecer con ella, jugando, leyendo poemas, descubriendo colores, enseñándole el
mundo, mientras yo también me sentía redescubriendo la vida. Me vi en la
necesidad de cuestionar la crianza que recibí y mi propio sistema de creencias.
He tenido que defender una maternidad a contracorriente frente a todos estos
prejuicios, así empecé a crecer.
Ahora que vivo mi segundo
puerperio acompañada, siento paz y armonía en mi corazón porque cada vez voy más
hondo dentro de mí, me dejo llevar por las rutas que me señalan mis hijas, no
tengo miedo al dolor que me cause alguna regresión que pueda sacar a la luz
este proceso de crecimiento. Estoy
abierta para recibir la bendición y fortalezas de mis ancestrxs, víctimas y victimarios en su tiempo como
nosotros en el nuestro, así protejo a mis hijas,
al romper con la cadena de herencias violentas, de maltrato y represión
inconscientes que sentimos como naturales en esta sociedad patriarcal. De este
modo intento contribuir a la formación de seres humanos nuevos, mas amorosos,
menos violentos, siendo participe de este cambio de paradigmas junto a mi
compañero y mi tribu de crianza.
Libros que ayudan a comprender:
Laura Gutman, la maternidad y el encuentro con la propia sombra
Casilda Rodrígañez, la represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión incosciente
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