sábado, 9 de agosto de 2014

¿Miedo a perder la libertad con la maternidad?

Por Jenny Soto

Desde hace algunos años luzco así, hice de la maternidad mi trinchera de lucha. Voy porteando a mi bebé de 1 año, a veces  también llevo de la mano a mi hija mayor que tiene 4 años.  Aunque la mayoría de las veces ella se queda con su papá, en algunas ocasiones él también nos acompaña. Mis hijas nunca han ido a guarderías. La gente ya nos conoce y sabe que si vengo yo, también vienen mis hijas. Mi vínculo con ellas me permite estar en cualquier lugar y trabajar o estudiar. Me considero una mujer y una madre con la fuerza suficiente para defender la presencia de mis hijas en cualquiera de estos espacios, incluso donde la mentalidad de la gente sea tan cuadriculada como para no comprender nuestra relación.

Mis hijas suelen adaptarse, llevan sus juguetes, sus comidas o se armonizan tomando teta y quedándose dormidas sobre mi pecho. Si necesitan algo me tomo una pausa o varias para atenderlas con mucha paciencia. Hay cosas que hacía antes que no puedo hacer ahora, como ir de fiesta en la noche. Eso ya no me interesa, para mi es vacío. Ahora empecé a encontrar lo esencial, tomé conciencia del carácter político del ámbito personal y comprendí como el sistema capitalista y patriarcal hace lo posible para convertirnos en máquinas sumisas de producción en serie, como si fuéramos una cabeza y un cuerpo separados, como si todo estuviera fragmentado y como si la  vulnerabilidad de un ser fuera inaceptable.

Como doula, siempre estoy conversando con madres y sé que no hay mujer embarazada que no le genere ansiedad el tema de cómo armonizar trabajo y maternidad. Nos aterra pensar en que tengamos que escoger entre el trabajo y el bebé. Incluso yo misma, durante mucho tiempo pensé que al convertirme en madre perdería mi libertad y mi identidad, sin embargo he podido criar, militar y encontrar mi espacio laboral reivindicando la maternidad.

En estos andares he recibido críticas y dedos acusadores que permanentemente están tratando de juzgar o evaluar lo que hago como madre, que tan buena o mala soy, cuan dedicada soy, cuanta teta doy o no doy, que si las malcrío o no, si serán toda su vida dependientes o no y un largo etc.… muchos están para criticar, pero no para apoyar.  Primero seamos corresponsables para cuidar la vida y al mismo tiempo vivamos maternidades libres, no hay una sola forma de ser madres, la formula correcta no existe, dejemos de juzgarnos unas a otras, si nos equivocamos es porque también somos libres para aprender, cada quien a su manera da todo lo que tiene. Olvidemos los parámetros feministas burgueses que ven la maternidad como una vergüenza o como un calvario de abnegación. Seamos madres solo por amor a la vida, sin esperar nada a cambio, acompañemos a la maternidad.

Particularmente pienso que nuestra vida no se detiene con la maternidad, la introspección durante el puerperio no quiere decir que nos detenemos, lo que pasa es que la gente no ve todo el movimiento del alma y el portal de conciencia que se abre durante la maternidad, solo cada mujer es consciente de ello, para el resto del mundo todo esto es invisible. Cuando retornas a la calle fortalecida, eres tú y tu bebé.

Con la maternidad experimenté lo divino de crear y acompañar la vida, de verla crecer, de nutrirla, de tenerla entre mis brazos y proteger su vulnerabilidad con empoderamiento.  Empecé a tener conciencia de mi misma, del mundo, de mi cuerpo, de mi pelvis, de mi útero creador, órgano que origina el placer orgásmico, de mis senos dadores de vida y de medicina, también experimenté la maternidad como otro escenario de la sexualidad femenina, otra faceta más sutil. Me siento hermosa con mi cuerpo y con las marcas estriadas de mi vientre, huellas de la vida. Empecé a amarme y a darme cuenta que cada célula, músculo, hueso y órgano de mi cuerpo cuenta mi historia. Volvieron recuerdos de mi infancia, me fui a lo más profundo. Mis hijas me enseñan el mundo desde mi reflejo en ellas. Ahora comprendo a mi madre y a mi padre, tengo compasión por ellos y entendí que para ser madre es inevitable mirar y escuchar hacia adentro de nosotras mismas y de nuestra memoria ancestral.


A pesar de todos los mitos y prejuicios sobre la maternidad, ahora percibo la vida desde una perspectiva más consciente y activa, siento que esta experiencia me enriquece y me permite ver el mundo desde un punto de vista que antes no conocía. Este es mi camino y cada madre lo transita con lo mejor que puede dar. 

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