La Devastación del Patriarcado

La Carencia y la Castración del Deseo Materno, Desde la mirada de Casilda Rodrigañez

Semana Mundial del Parto Respetado 2014

Conversatorio: Cuentos de Parto

Ciclo de Cine-Foros "Por El Poder de Parir". Entrada Libre

Venezuela conmemora la Semana Mundial del Parto Respetado. Organización Auroramadre convoca debate sobre la maternidad

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El Nacimiento de Abril

Empoderada y Llena de amor

En Tándem

Amar y Compartir

domingo, 11 de octubre de 2015

Círculos Comunitarios de Apoyo al Amamantamiento

 Por la crianza en familia, la seguridad 

y la soberanía alimentaria

Por Jenny Soto

Los Círculos Comunitarios de Apoyo al Amamantamiento y la Alimentación Inicial, son los espacios que estamos impulsando desde el Instituto Nacional de Nutrición, es una creación que aun se está gestando que está intentando consolidarse y profundizarse pero no con una fórmula mágica. Es nuestra consciencia lo que orienta la realidad de los Círculos.
Una de las herramientas para el Círculo Comunitario es la extracción y conservación de leche materna. Los lactarios familiares son recursos estratégicos y económicos para hacer frente a la industria de formulas lácteas que es la opción que tienen las madres cuando ocurre alguna dificultad con el amamantamiento.

Para criar es necesario un círculo de contención alrededor de la familia. Quienes decimos esto, también hemos tenido esa necesidad y por eso trabajamos para apoyar a otras familias. Nuestra prioridad es cuidar la vida, nada debe estar por encima.

¿Cuántas madres y bebés en nuestro país están necesitando donación de leche materna?, sin embargo el país hace más esfuerzos para importar formulas lácteas que para promover, proteger y apoyar la lactancia materna, los bancos de leche humana y los lactarios. Con la leche materna ganamos salud, vínculos afectivos y ejercemos nuestra soberanía y seguridad alimentaria, mientras que con la compra de formulas lácteas se profundiza la pobreza en nuestra gente porque nos plegamos al sistema capitalista.

Recordemos que las formulas lácteas son supuestos sustitutos de la leche materna fabricada a base de compuestos químicos, leche de vaca y azúcar, que causan adicción, obesidad, alergias y una serie de enfermedades que afectan hasta la edad adulta. Por lo tanto la familia no solo gasta dinero en la fórmula, sino en consultas médicas, exámenes de laboratorio y medicamentos para entrar en el circulo vicioso alimentación artificial – enfermedad – medicamentos farmacéuticos… vale destacar que la industria de alimentos infantiles y la industria de medicamentos tienen detrás a los mismos dueños o tienen alianzas.


Con la organización de las madres, padres, familias, colectivos militantes e instituciones aliadas podemos hacer frente a la necesidad de valorar la leche humana para no depender de las formulas lácteas. La leche humana debe ser un recurso gratuito disponible para todas las madres y las crías de Venezuela. Hacemos el llamado a crear Círculos Comunitarios de Apoyo, que se multipliquen por Venezuela y el mundo.

viernes, 7 de agosto de 2015

Amamantar y criar es parte de la jornada laboral

Por Jenny Soto

El hombre y la mujer nuevos están hechos de amor, de piel y leche materna. Tienen patria y matria porque están arraigados a su madre, su primer territorio. Son soberanos y autónomos porque son libres para decidir cuándo, dónde y de que nutrirse y sus deseos afectivos son com-placidos por la madre. La conciencia de lo humano, el valor de lo natural, el amor a sí mismo y al prójimo se aprenden desde el contacto con el cuerpo materno.
Si observamos con detenimiento como nacen y de qué se nutren los seres humanos al nacer, nos daremos cuenta que se repite lo mismo en lo social, económico y político. Así como nacemos, así es el país. Si creemos en la escasez y la carencia es porque nuestros deseos básicos, de mamar y estar piel a piel no los vivimos o los vivimos poco. Si padecemos de violencia es porque nacemos con violencia y la infancia es violenta porque es desatendida, porque los adultos están muy ocupados haciendo cosas importantes y productivas, trabajando sin incluir en esa jornada laboral el espacio para amamantar y criar. El ser humano sobrevive a la aridez de la infancia, pero no vive bien. Para sanar al país hay que amamantar y sanar la forma de nacer.
Las trabajadoras y los trabajadores son reconocidos si dedican más tiempo al trabajo y la vida pública, pero quien dedica espacio para cuidar a sus crías tiene menos reconocimiento, sin embargo, ya somos un movimiento de madres revolucionarias y trabajadoras que estamos alzando la voz para que se visibilice que amamantar y criar es parte de la jornada laboral.
Si dependemos de la medicalización, de lo artificial, si no encontramos nuestras raíces y nuestras propias fortalezas, nos controlarán y nos chantajearán fácilmente con la especulación y el acaparamiento de productos industriales que en realidad no son necesarios para la vida, de hecho en tiempos pasados no existían. Del mismo modo que ingenuamente aceptamos las drogas, nos hacemos adictos y después nos controlan con eso.
No se puede seguir haciendo la revolución solo en la esfera pública, sin atender el cuidado propio y el de los seres más cercanos, nuestros hijos e hijas. Si vamos a hacer la revolución que sea con nuestros hijos amamantados, fuertes para enfrentar a cualquier imperio. ¿Hace falta seguir creando más políticas para remendar las consecuencias de la falta de cuidado en la infancia o hace falta cuidar a la familia?
Amamantar y criar es trabajar por nuestro país. Si tenemos leche materna no hay escasez, ni pobreza, ni carencia. Si tenemos madre, tenemos seguridad y soberanía. Si estuvieran más fortalecidas las políticas de apoyo a la crianza y el amamantamiento no nos chantajearían con el acaparamiento de las fórmulas lácteas. ¿Les vamos a seguir el juego? ¿Vamos a importar más fórmulas lácteas? Hugo Chávez fue claro en el Plan Patria, en el objetivo 2 propuso aumentar en un 70% la cifra de lactancia materna, en ninguna parte habla de producción o importación de fórmulas lácteas.
En Venezuela tenemos todo para poder criar a nuestros hijos de forma corresponsable. Tenemos redes de apoyo entre mujeres, entre familias, tenemos leyes, recursos y espacios. Seguimos iluminando cada vez más nuestra conciencia y seguimos retomando nuestra humanidad, a pesar de la amenaza constante de lo artificial, de las fórmulas y la medicalización, es decir de la falsa modernidad. Un llamado interno en las madres nos lleva a vivir y disfrutar de nuestros procesos de una forma natural.
Nuestro Comandante Hugo Chávez nos dejó las puertas abiertas para hacer de la revolución una práctica amorosa y afectiva. Tenemos el derecho de un postnatal para amamantar exclusivamente hasta los 6 meses y de forma complementaria hasta los 2 años. Saquemos la crianza de lo privado, que nuestros hijos inunden los espacios laborales, vamos a compartir el espacio para la crianza dentro de la jornada laboral, apropiémonos de las horas para amar y criar dentro de nuestra jornada de trabajo. Por más amor para la revolución reconozcamos y apliquemos la LOTTT y la Ley de Promoción y Protección de la Lactancia Materna que establece el permiso para amamantar hasta los 2 años.

domingo, 22 de febrero de 2015

Devolver al cuerpo materno su soberanía

Por Jenny Soto


El cuerpo de la madre es un territorio, es un continente, es la Pachamama, es el alimento físico y psíquico, es el primer lugar en el que ejercemos soberanía, pero solo lo podemos hacer a través de la conciencia, el empoderamiento y el amor. El cuerpo de las mujeres es ese lugar en el que el capitalismo y el patriarcado penetran silenciosa y profundamente. Así como lo han hecho con el despojo a los pueblos originarios de su tierra y ahora con la semilla transgénica. El sistema se incorpora en nuestro ser desfragmentando nuestro cuerpo, dividiendo nuestras emociones separándonos, desvinculándonos a través de la medicalización innecesaria y las fórmulas lácteas, biberones, chupones, coches y toda una serie de accesorios plásticos que están en lugar del cuerpo materno.
La primera violación al ser humano es separarlo de su madre al nacer, interrumpir el acoplamiento armónico, natural y placentero de sus cuerpos, frustrar la expectativa natural de nuestra especie que es seguir en el continuo que le da la vida, su hábitat natural, lo único que conoce, su soberanía. La vida no se halla siempre y exclusivamente en las manos de un médico y su artillería tecnológica, hay un saber en el cuerpo y el alma de la madre que da la vida y escapa a sus manos. Es la capacidad ancestral que se concentra en cada madre. Todas las mujeres sabemos que nuestro cuerpo es el mejor sistema para garantizar la vida de nuestro bebé, poseemos la temperatura adecuada, el alimento, las bacterias que lo protegerán de enfermedades, la mejor vacuna, etc.
Si nuestro cuerpo funciona tan bien y la ciencia está en concordancia con esto ¿por qué las mujeres no confiamos en nosotras mismas? ¿Por qué no aceptamos nuestra intuición? ¿Por qué le entregamos nuestro cuerpo al médico? ¿Por qué dejamos pasivamente que alguien desconocido llamado neonatologo se lleve a nuestras criaturas indefensas? El sistema hace que olvidemos quienes somos.
El sistema capitalista ha sabido muy bien por donde penetrar lo más profundo de nuestro ser, lo hace a través de la sustitución de nuestras afectividades por plástico, el capitalismo ha secuestrado a la madre verdadera. Por eso la masa se apega a cosas materiales, consume y consume, explota a la madre tierra, tiene hambre, tiene la sensación de no llenarse, de que necesita más y más, surge la competencia y la envidia a todo lo que si vive. En la construcción del socialismo, nuestra bandera tendría que ser la recuperación de la madre, la soberanía del cuerpo, de nuestra tierra y del alimento.
En esta sociedad del conocimiento globalizado, sobra la información científica, incluso nuestra legislación, señala a la leche materna como un alimento con múltiples beneficios para la madre, el bebé, la familia y la sociedad. Ahora más que nunca hay información, pero al mismo tiempo hay confusión. Recitarle a una madre los beneficios de la lactancia no es suficiente para convencerla de que amamante. La información racional no es algo que convenza a una madre en puerperio, en el fondo muchas mujeres sienten que han perdido algo cuando llega la maternidad, en vez de sentir que han ganado, hay algo que no saben, que no ha sido lógicamente comprendido y que tampoco ha sido nombrado. Eso que las mujeres han perdido es el vínculo con sus bebés, es la represión del deseo materno, en palabras de la investigadora antipatriarcal Casilda Rodrigañez, es el vacío, la carencia, la frustración de no vivir eso que espera la especie humana después del nacimiento, cuando tenemos el pico más alto de oxitocina, la hormona del amor, es allí cuando mamá y bebé se enamoran ¿por qué justo en ese momento se llevan la a cría? ¿por qué nos quedamos sin agresividad para defender a nuestra cría, para defender la vida? Eso que espera el ser humano al nacer es la mirada, el tacto, el reconocimiento, la voz, el latido del corazón, el olor y el sabor de la leche tibia.
Las rutinas neonatales aplicadas a los recién nacidos le han hecho mucho daño a la humanidad. Repensemos y cuestionemos ese protocolo médico. Lo urgente y necesario es el encuentro madre-bebé. Esa es la clave de nuestra revolución.
La consecuencia de esta separación pesa cuando a la madre se le dificulta amamantar y cuando se rompen los pezones, luego viene el rechazo de la teta y la falta de motivación para amamantar. Recuperar el vínculo y la magia cuesta, pero es posible, en esa labor participamos las doulas, facilitadoras de nacimiento y consejeras de lactancia, dándole contención y amor a la madre para que se encuentre con su bebé, retomando el contacto piel a piel y protegiendo la producción de oxitocina. Lamentablemente las corporaciones de fórmulas lácteas y artículos para bebés han abarcado más espacios, tienen publicidad, médicos y pediatras a su favor. Para una madre que no está contenida y que le duele la lactancia es mucho más fácil ceder al uso del biberón.
El cuerpo de la madre es el primer escenario para hacer valer la soberanía, para combatir el capitalismo y el patriarcado, después de ganar este espacio lograr la utopía será mucho más sencillo. Los valores humanos, el amor, la equidad, la solidaridad serán cuestiones incorporadas naturalmente en nuestro ser, no será necesario desgastarnos en disciplinas rígidas para enseñar las buenas conductas, para el ser humano será importante cuidar la vida, su entorno, el ambiente. El ecosocialismo sería una forma de vida naturalmente asumida.

¡Hagamos del nacimiento respetado la bandera de nuestra política socialista y revolucionaria!


lunes, 15 de septiembre de 2014

En mis andares de doula

Alhelí, Flor de Amor

Por Jenny Soto


Alhelí, así escucho que te llaman tus padres Miguelángel y Ana Karina, los conocí desde que te gestaban. Me dieron toda su confianza solicitando que los acompañara en tu nacimiento y me invitaron a su casa, enseguida tejimos un vínculo de comadres. Tu mami sonreía mostrándome todo el arte que había hecho inspirada por ti: mándalas, acuarelas y palabras… Yo sentí admiración y escuché atenta cada uno de sus deseos.
Percibí a tu padre como un hombre con mucha sensibilidad, enamorado profundamente de tu madre y de ti, dispuesto a todo el aprendizaje de la paternidad. Ana se había preparado con mucho amor para ser madre, lo hizo desde la conciencia, cuidando de su cuerpo, limpiando sus pensamientos, alimentando su intuición y cantándole a su naturaleza de mujer salvaje, la mujer que se conecta en cuerpo y alma.
El 21 de agosto mi hija Mora me despertó casi a las 5 am, gracias a ella vi el mensaje en el teléfono: “Ana empezó expansiones desde la 1am, avísanos cuando despiertes” los llamé inmediatamente y quedamos en encontrarnos a las 6:30 am en la clínica. A esa hora Beltrán, el médico, midió 7cm de dilatación. Tu madre estaba siendo atendida con mucho amor por tu papá, tu abuela Doly y tu tío Rubén Darío quien estaba a cargo de la logística y de mantener al tanto a los familiares. Inmediatamente ofrecí también mis manos y mi energía.
Al rato las expansiones se volvieron más largas e intensas, tu mamá gritaba, rugía y se movía, ella buscaba la armonía en su cuerpo mientras se transformaba y su alma surgía a la superficie. Respiré a su ritmo y me convertí en la voz que salía del fondo de su ser para recordarle su poder para parir. Dancé junto a ella el baile de la vida, me dejé llevar por esa danza en espiral, con los brazos abiertos hacia el cielo, arraigadas a la tierra, rindiéndonos ante tu inminente llegada. La invité a respirar y a exhalar lentamente durante el pico de la expansión para alejar al dolor, mamá dejó de gritar y su voz se convirtió en un canto suave.
Cada vez nos inclinábamos más, como atraídas hacia la tierra, Migue sostenía a mamá por la espalda, estaba totalmente presente y entregado, le susurraba cosas al oído, también se acercaba a la barriga para llamarte a la vida, tú te movías. Mamá me pedía palabras, solo aquellas que le resultaran como bálsamo, como brisa fresca, aquellas que la conectaran con los dones de su linaje materno, palabras que invocaran la presencia de sus ancestras.
La abuela, con actitud serena, se acercaba cada tanto a ofrecer masajes sanadores, un beso, una frase reconfortante o una taza con infusiones de hojas de higo y canela, medicina natural, útil para aligerar el dolor de las expansiones y hacerlas más efectivas.
Unos minutos antes de tu nacimiento mamá sintió calambres en las pantorrillas, era el cuerpo hablando, expresando algún bloqueo energético, trayéndola al presente. Junto a la abuela hicimos masajes y mamá pudo encontrar bienestar.
Mamá se ubicó en cuclillas para expandir las caderas, Migue sostenía su espalda y ella apretaba sus manos, vi sus ojos volteados hacia adentro al experimentar orgasmos durante las ráfagas. Ubicada justo en frente de ella, empecé a ver el saco amniótico intacto que se asomaba entre los labios vaginales. Se sentía un olor a hierro, a sangre mezclado con sudores corporales, el olor del parto. Con alegría les anuncié que ya iba a nacer la flor de amor.
Entonces vi tu cabeza deslizarse suavemente, de mis ojos fluían lágrimas mientras acercaba mis manos para recibirte, sentí un torrente de energía al tocar la humedad cálida de tu cuerpo, venías envuelta en tu mantilla, luego se reventó el saco amniótico y en mi ropa cayeron algunas esquirlas. Agradecí el milagro de la vida y te cubrí con mis manos mientras te llevaba hacia el vientre de tu madre, ella te abrazó, papá soltó lágrimas, todos contemplamos tu hermosura. Eran las 8:45 am.
Al rato recordé al famoso médico partero Michel Odent, quien habla del “reflejo de eyección del bebé” con respecto al pujo. El explica que cuando se les da suficiente tiempo y privacidad a las mujeres, ellas dilatan su cérvix naturalmente hasta que se sienten preparadas para pujar sin instrucciones de nadie y sin apuro, así como cuando estornudas o evacúas, no se puede adelantar ni retrasar. Así fue tu nacimiento, natural, tu mamá empoderada ni siquiera se lastimó el periné.
Después llegó el médico y vio que todo estaba bien. Al dejar de latir el cordón umbilical papá hizo el corte y pronto alumbró la placenta. Mamá te llevó a la altura de su pecho, los tres se miraban fijamente, sus almas se decían cosas sin hablar. Allí el tiempo se detuvo un buen rato, incluso sonó tu canción, “A primera vista” de Bahiano.
Tal como se espera en un nacimiento armónico, estuviste un largo rato envuelta en la piel desnuda de tu madre, solo tenías medias y gorrito, a ambas las cubrimos con mantas calientes. Con paciencia esperamos a que empezaras a beber de su pecho el sagrado calostro, los cuerpos se acoplaron con toda naturalidad. Luego el pediatra te hizo un breve chequeo, la presencia y la voz de tu papá siempre te acompañaron para protegerte. En ese instante mamá comió un trocito de placenta fresca, como es natural en las mamíferas, medicina a la medida del propio cuerpo, útil para contraer el útero y prevenir hemorragias post parto.
Yo miraba a tu madre a los ojos y me sorprendía su brillo y su profundidad, era como percibir de un vistazo la experiencia y la sabiduría ancestral que se concentran en su alma y se expresan en su cuerpo. Ella se veía feliz y poderosa, era como ver algo de otro mundo. Tus ojos bien abiertos, como quien sabe lo que quiere, buscaban esos ojos profundos para seguir tejiendo historia. Así mismo buscabas la mirada de tu padre, seguías el sonido de su voz y el demostraba la satisfacción de vivir un nacimiento que también fue suyo.
Estuve de visita en tu casa los días siguientes junto a nuestra amiga Diana Vegas quien ha traducido todo un conocimiento interesante sobre la placenta, integrando ciencia y saber ancestral. Ella convirtió tu placenta en cápsulas y en tintura medicinal. También conversamos con mamá, papá y abuela sobre las impresiones surrealistas del parto y lo placentero de esta experiencia, no solo para la nueva familia que nace, sino para quienes tuvimos el privilegio de acompañar con amor un nacimiento armónico a través de la voz interna de la mujer sabia y el protagonismo de la tríada.

sábado, 16 de agosto de 2014

La Maternidad y la Feminización de la esfera pública. PARTE II

Por Jenny Soto

Corresponsabilidad en la crianza

El capitalismo no solo oprime a la mujer, para el hombre también existen parámetros que lo hacen sentirse vacío e infeliz. Un cambio de paradigma puede visibilizar la importancia del rol paterno permitiéndole participar protagónicamente, ya que incluso su presencia está negada en el momento del nacimiento del bebé, con lo cual se le margina, desde el principio, de la relación afectiva con sus hijos y su familia. En el patriarcado, la imagen ideal y del éxito que se proyecta del hombre está relacionada con la violencia, con la fuerza física, con el poder, con la poliginia, mas no con los afectos y la paternidad responsable.
Jamás se discute quien lleva al niñx al pediatra, de antemano se sabe que irá la madre, tampoco se discute quién le da de comer, quién le baña, quién le cuida o quién cocina, porque en la sociedad se considera que es el trabajo natural de la mujer, mientras que al hombre se le ridiculiza si las asume y simplemente se le relega al rol de proveedor de bienes materiales. Sin embargo, cada vez son más las nuevas masculinidades que se involucran emocionalmente y viven experiencias enriquecedoras al tomarse tiempo y espacio para compartir con sus hijxs.
Los seres humanos somos plurales, es por ello que nuestras diferencias representan la riqueza y la diversidad que nos da la oportunidad de derribar la hegemonía del sujeto único masculino y proponer la igualdad en el sentido de la participación política, esfera en la que decidimos nuestros derechos colectivamente con una finalidad emancipadora y transformadora.
Es necesario que la sociedad acompañe el proceso de crianza. Desde el Poder Popular en Venezuela se han creado grupos de discusión pública al respecto, se han transformado leyes a favor de la familia, mujeres trabajadoras y estudiantes demandan salas de lactancia en sus centros de trabajo y de estudio, así como lugares para el cuidado infantil gestionados corresponsablemente entre familia y comunidad, que no tengan la perspectiva de “guardería”, en las que se deposita al bebé durante horas y se le empieza a educar para la sumisión al sistema. En la construcción de estas propuestas han participado diferentes colectivos del Poder Popular como Lactarte, Camada, Arepita de Manteca, Patria a Pecho y Crianza en Tribu, entre otros.
Todos los entornos de trabajo o estudio deberían estar adaptados y preparados para la presencia de lxs hijxs de lxs trabajadorxs y estudiantes. Cuando proponemos la crianza en comunidad, queremos visibilizar la responsabilidad de la sociedad en favorecer el encuentro y la unión entre lxs hijxs y su familia. Este no es un asunto individual para atender, se trata de la construcción de la patria-matria y la eliminación de la cultura patriarcal desde la politización de la crianza.
De la formación que nuestrxs hijxs reciban, depende que nuestra sociedad esté constituida por seres humanos con autoestima, con amor para dar al prójimo, con fuerzas para luchar por su liberación, o por seres humanos violentos, machistas y con baja autoestima, quienes repetirán las conductas destructivas que vieron como imagen ideal del éxito en sus propios padres y en el entorno.
La tribu es necesaria no solo para proteger las necesidades materiales, de salud y bienestar que consideramos básicas en la crianza. Es necesaria también para formar seres reflexivos, preparados para conocer y defender sus intereses y sus derechos, así como seres sensibles, capaces de compartir la palabra y la reflexión como un ejercicio liberador y de consciencia que implica la recuperación del encuentro humano en contraposición con la violencia que el sistema genera y fomenta.
A través de la maternidad hacemos política
           La Crianza en Tribu es una propuesta que surge de madres y compañeras que nos hemos encontrado en diferentes espacios con nuestrxs hijxs en brazos, a veces un tanto incomprendidas, pero con la conciencia de que la crianza es trascendente para la humanidad. Queremos amar, criar piel a piel y con respeto. Nos encontramos así mujeres que salimos a la calle a trabajar, a luchar en nuestras comunidades, a estudiar y a construir el mundo, sintiéndonos permanentemente en contracorriente.
No pensamos en la maternidad como un inconveniente en nuestra vida, tampoco dependemos de ella, ni la idealizamos ni pensamos que nos santifica o nos salva. Para las mujeres consientes es una experiencia creativa, formadora y sensible que nos muestra otros aspectos de la vida, en la que encontramos placer y conocimiento.
Sin la maternidad no sería posible la existencia del Ser Humano, todxs venimos de una madre, por lo tanto hay que sanarla. Sabemos que lo que está mal en el sistema no es nuestra maternidad, sino la deshumanización de la vida y el interés capitalista que pretende convertirnos en máquinas sumisas para el trabajo y en sujetos de consumo. Una especie de esclavitud que procura desarraigarnos y alejarnos de nosotras mismas, de nuestra sexualidad, de nuestra conexión con la Madre Tierra y sus ciclos que también se representan en nuestra feminidad.
Queremos que la maternidad sea una experiencia libre, que no sea un motivo más para que nos violenten y que no sea intervenida o juzgada por las instituciones, por el estado, por las religiones, por los medios de comunicación. Que no nos discriminen en el trabajo, en los hospitales, en nuestros partos, en la calle o en un salón de clase por ser madres. Un hijo no nos hace discapacitadas o víctimas. Alzamos la voz para que el sistema no coloque a la maternidad como un inconveniente para el desarrollo profesional y económico de la mujer. Comprender que por el contrario, nuestro cuerpo tiene el poder para la gestación, el parto y la alimentación, lo cual es un rol y una bendición maravillosos y la sociedad debería asumir su corresponsabilidad en estos procesos.
No queremos una maternidad objeto de consumo que genera pobreza en las mayorías y riqueza en unos pocos, queremos defender la libertad y naturaleza de nuestros cuerpos. Hoy denunciamos como violentas todas las rutinas médicas innecesarias en nuestros partos y nacimientos, la amenaza al amamantamiento por parte del mercado de formulas lácteas, alimentos,  biberones y medicamentos, al igual que la presión laboral o académica que no reconoce la existencia de nuestrxs hijxs y sus necesidades.
Crianza en Tribu quisiera rescatar la visión comunitaria del concepto aborigen del Buen Vivir, que se refiere al “paradigma comunitario de la cultura de la vida, que se sustenta en una forma de vivir en respeto, armonía y equilibrio con todo lo que existe, entendiendo que todo en la vida está interconectado y está interrelacionado”. Por eso es importante cada ser, porque es parte de nosotrxs mismxs, porque es la naturaleza de la vida, de acuerdo a los principios y sabidurías ancestrales recopiladas y traducidas por el escritor Aymara Fernando Huanacuni Mamani en su obra  Vivir Bien / Buen Vivir.
En el contexto capitalista existen pocas posibilidades para una maternidad y paternidad dignas, respetadas y para que exista la crianza en comunidad como lo plantea el concepto del Buen Vivir. El Buen Vivir no se relaciona con la visión de desarrollo occidental basada en el consumismo y el individualismo, busca la riqueza a través de un cambio de estructuras y paradigmas hacia lo comunitario y hacia el equilibrio entre las energías masculina y femenina.
Esa complementariedad de lo comunitario implica una visión multidimensional del ser humano, que integra los aspectos históricos, sociales, culturales y lo personal. “En la complementariedad comunitaria lo individual no desaparece, sino que emerge en su capacidad natural dentro de la comunidad. Es un estado de equilibrio entre comunidad e individualidad.” Señala Huanacuni.
Es quizás esta visión multidimensional natural que incluye “aspectos intangibles que determinan la vida” más allá de lo material, lo que la visión occidental pretende hacer ver menos importante por estar relacionado a lo espiritual, subjetivo, emocional o irracional.
La ciencia occidental ha buscado siempre explicar al ser humano objetivamente, en esta lógica, el único conocimiento válido es el medible o verificable. Tanto así que el sentir es una cuestión humana que ha quedado a un lado y hoy en día muchos aspectos de la vida están en contradicción desde lo íntimo, lo familiar y lo social. No es novedad decir que vivimos en una civilización altamente violenta e infeliz que es una amenaza para el mismo ser humano y la naturaleza.
La Crianza en Tribu es la utopía que nos guía para sanar lo femenino, nuestra madre, la Matria. He allí nuestra forma de hacer política desde el cuidado de la vida y desde la reivindicación de la maternidad y la paternidad.

Bibliografía citada:
Gutman, L. Mujeres Visibles, Madres Invisibles. Buenos Aires: Editorial Del Nuevo Extremo.
Huanacuni, F. (2010) Buen Vivir/Vivir Bien, Filosofía, políticas, estrategias y experiencias regionales andinas. Lima: Coordinadora Andina de Organizaciones Indigenas (CAOI)
Odent M. (2002) El Nacimiento y los orígenes de la violencia. Revista Ostare. (Buenos Aires) nº 7, (pp.46-50)
Rodrigañez, C. (2007) La Represión del Deseo Materno y la Génesis del Estado de Sumisión Inconsciente. Ediciones Crimentales.
Fuente Audiovisual:

Bergman, N. (producción y dirección) 2005 Restoring the Original Paradigm (Restableciendo el paradigma original) [Documental]. Sudáfrica.

La Maternidad y la Feminización de la esfera pública PARTE I

Por Jenny Soto

Politizar la crianza

Actualmente a muchas madres nos toca asumir diferentes roles: el cuidado doméstico y de la familia, el trabajo en la calle, los estudios e incluso la lucha comunitaria y política. En esta dinámica de vida exigente nos preguntamos ¿cómo es nuestra maternidad?, ¿cuál es nuestra contradicción?, ¿Están siendo atendidas las necesidades de nuestrxs niñxs?
Paradójicamente el ser humano es, entre todos los mamíferos, la especie más dependiente cuando nace, necesita un largo tiempo para poder valerse por sí mismo y desarrollarse, antes de eso necesita reconocimiento, abundante sostén emocional y físico y ser amamantado.
Desde diferentes disciplinas científicas como la psicología, la biología, la neurología, la antropología, etc. se ha estudiado el desarrollo humano y lo determinante que es la atención de las necesidades físicas, afectivas y emocionales para la salud integral del ser humano, además de su impacto en la sociedad. Es en la infancia donde aprendemos las pautas con las que nos relacionamos de adultos con el mundo. Al privar a la cría humana del placer del contacto con el cuerpo materno se le están violentando sus necesidades básicas, se le está privando de conocer naturalmente el amor y se le está creando una discapacidad para darlo. Tanto en su cuerpo como en su mente quedará esta impronta, el mensaje que le llega es que debe suprimir sus sentimientos, invalidar sus necesidades, desconectarse de lo que realmente es para poder ser aceptado y sobrevivir.
Al mismo tiempo que la cría padece la ausencia del vínculo, la naturaleza del deseo materno queda derrumbada al seguir los patrones culturales y sociales que la infantilizan cuando permanentemente se le dice lo que “debe hacer”. De esta forma la madre pierde el sentido de sí misma y se divide emocionalmente, inclinándose, en muchos casos, por tomar las decisiones que dicta un sistema deshumanizado, mas no lo que le dice su propio ser desde la conciencia, el amor y su deseo materno.
El capitalismo se aprovecha de esta situación para sacar dividendos. Los seres privados de amor son presas fáciles para el sistema, sumisos ante la dominación del mundo materialista y autodestructivo, propensos en alguna medida, a las adicciones a las drogas, al alcohol, a la televisión, al dinero, a la frivolidad materialista y a la violencia.
El capitalismo y el patriarcado desdeñan la labor de la madre. En el mundo moderno la maternidad se siente como algo que pesa, como algo que no es retribuido ni social ni materialmente, un espacio en el que no existimos y estamos solas. Elsistema ha castrado el deseo materno, el disfrute y el placer de la sexualidad durante la maternidad. Como resultado tenemos partos y lactancias difíciles y dolorosas, desvinculación entre padre-madre-bebé que genera individuos deshumanizados. Esta herida, ocasionada por el patriarcado, hace que la mayoría de las mujeres transiten estas etapas reprimiendo sus deseos por miedo y culpabilidad, entregando su poder, optando por cesáreas, por alimentar a sus bebés de forma artificial (fórmulas lácteas) y luego dejarlos durante largas horas en una “guardería”. Es decir, entregando sus crías al sistema. Señala Casilda Rodrigañez, bióloga y escritora antipatriarcal, en su obra La Represión del Deseo Materno y la Génesis del Estado de Sumisión Inconsciente, quien plantea que:  
“Se trata de asegurar (por parte de el sistema) que la madre esté separada de la criatura durante los minutos y las horas que siguen al alumbramiento, es decir, hay que evitar que se produzca la impronta, el acoplamiento de los flujos maternos y que se constituya la pareja madre-criatura fuera del útero. Lo mismo que se castran a los toros para convertirlos en bueyes sumisos, hay que eliminar la impronta que produciría una vida humana demasiado exuberante, con demasiada energía para poderla domesticar.” (Rodrigañez, 2007)
La oxitocina, conocida como la hormona del amor, es la que se segrega durante el orgasmo, al hacer el amor, durante el parto natural y durante el amamantamiento, es decir, en todos los aspectos de la vida sexual humana, tanto femenina como masculina. Desde el punto de vista neurológico, esta es la hormona que nos permite obtener la capacidad de amar y la que permite que se desarrollen en nuestro cerebro las áreas que favorecen la empatía y los afectos. Junto con la oxitocina, también se segregan endorfinas que producen un efecto placentero y calmante. Sin embargo, cuando el parto y el nacimiento son irrespetados se corta el flujo de oxitocina y aumenta la adrenalina, hormona que se genera cuando hay violencia, miedo o inseguridad. Así mismo, aumenta la secreción de cortisol en la madre que está estresada y en el bebé que llora y no es atendido, esta hormona interfiere además en la producción de leche materna y produce una intoxicación neuroquímica ya que el cuerpo no es capaz de eliminarla.
“Las criaturas separadas de sus madres, se encogen, tiemblan de pánico, descienden la temperatura corporal, sufren alteraciones del ritmo cardíaco y respiratorio, incluso padecen apneas, y, en fin, todo su pequeño cerebro es invadido por descargas de glucorticoides (cortisol, hormona de estrés) y de adrenalina (hormona del miedo), creando una toxicidad neuroquímica que va a ser determinante en la formación de las vías neurales, es decir, en el sistema neurológico y neuromuscular que están en período de formación.” (Rodrigañez, 2007)
 En la cita anterior, Rodrigañez se refiere a las investigaciones más recientes del pediatra neonatólogo Nils Bergman sobre el proceso de formación durante la etapa primal, (etapa de la vida que va desde la gestación hasta los 3 años de vida) las cuales demuestran que las emociones configuran la biología y anatomía del cuerpo humano a partir de las respuestas fisiológicas y neurológicas ante el estado de sumisión que nos genera la privación de la experiencia del deseo materno. Esta intoxicación se traduce en violencia hacia sí mismo y hacia otrxs, baja autoestima y tensión muscular, según explica Rodrigañez.
Lamentablemente la oxitocina deja de estar presente durante los partos medicalizados, las cesáreas y al suprimir el amamantamiento. De esta forma se hace más difícil sentir AMOR. ¿Cuál es el futuro de la humanidad sin amor? Nos preguntamos junto al médico partero e investigador Michel Odent.  Definitivamente la forma en que se viven los nacimientos y la crianza está relacionada con nuestra capacidad de amar, al igual que con nuestra capacidad de ser violentos. 
“En las sociedades en las que la sexualidad genital está muy reprimida, las mujeres tienen una menor probabilidad de tener partos más fáciles, del mismo modo, la rutina hipercontroladora del proceso del nacimiento influye en otros aspectos de nuestra vida sexual”, señala Odent en su texto, El Nacimiento y los Orígenes de la Violencia. Estas explicaciones desde la ciencia son un gran aporte para comprender las necesidades de los seres humanos y orientarnos hacia el Buen Vivir, es decir una verdadera calidad de vida, no necesariamente material.
Las madres vivimos en una contradicción permanente. Por un lado, lxs niñxs requieren de nuestra presencia constante, nuestra mirada, nuestro cuerpo y nuestro amor. La transición desde el nacimiento hasta convertirnos en seres autónomos con una identidad propia es un proceso largo y distinto en cada niñx. Lo cierto es que este gran trabajo que hacemos las mujeres, y algunos hombres responsables, es invisible para la sociedad, como si la crianza fuera un asunto menor de la vida que se deja en las manos de cualquier persona o institución a cambio de dinero.
Por otro lado hay una esfera pública donde las mujeres proyectamos una imagen que satisface a nuestro ego y nos da reconocimiento, como el trabajo remunerado o la actividad política y social donde alzamos nuestra voz, donde existimos frente a lxs otrxs y somos “productivas”. Desde la lucha feminista, hemos conquistado cada vez más esa esfera pública, lo cual es un gran logro, aunque lo hacemos de acuerdo al estereotipo masculino que impone el sistema, como madres patriarcales sin libido, áridas, sin responder al deseo de las crías, dejándolas al “des-cuido” en guarderías mercenarias, viendo televisión o video juegos durante horas o llenos de objetos y golosinas, mientras pensamos que el desarrollo absoluto o realización, tanto del hombre como de la mujer, está en esa imagen pública. La pregunta entonces es: ¿estamos siendo felices así? La terapeuta y escritora argentina Laura Gutman señala al respecto en su obra Mujeres Visibles, Madres Invisibles:
El desafío de las próximas generaciones de mujeres es ver qué podemos hacer para integrar los espacios de mujeres, que el feminismo en las últimas generaciones ha conquistado (estudiar, trabajar, actuar en política), con la maternidad. Porque el problema es que en esta conquista hemos perdido esa otra parte que es muy femenina, es muy nuestra y también es muy poderosa. Lo que pasa es que hemos relacionado la maternidad con un lugar de sometimiento y LA MATERNIDAD NO DEBERÍA SER UN LUGAR DE SOMETIMIENTO Y REPRESIÓN.”
En Crianza en Tribu, como colectivo de madres y padres socialistas, nuestra lucha es por el reconocimiento de las necesidades de la infancia y su atención como prioridad vital, no solo por parte de las mujeres, sino por parte de los hombres y especialmente por la sociedad entera. Entendiendo que la insatisfacción de estas necesidades primarias es una de las principales causas de distorsiones en la sociedad moderna que consideramos flagelos como la violencia, la pobreza, el egoísmo individualista, la desvinculación con el otro y con el medio ambiente, entre otros, por cuanto esto marca al ser humano en su génesis y condiciona su comportamiento futuro en el contexto social.
Por tanto, demandamos estar incluidxs en la esfera pública como madres y padres, no como máquinas. Creemos firmemente que es importante “feminizar” la esfera pública rompiendo con la lógica del trabajo esclavizante y practicando el trabajo liberador en armonía con los ciclos naturales de la vida, el ecosocialismo y la crianza respetuosa como una forma de educación y lucha política antipatriarcal.
En el año 2012 se creó una Nueva Ley del Trabajo en la que se escuchó al Poder Popular y se aprobó la extensión del permiso por maternidad a 6 meses. Esta ley representa un avance en el reconocimiento de la crianza y el amamantamiento como labores que producen bienestar social y esfuerzo. Sin embargo, el período que la cría necesita ser amamantado es más extenso, las necesidades de lxs bebés no tienen horario, ni fecha en el calendario, las crías no entienden la rigidez absurda de los tiempos del sistema capitalista. Es violento someter a las criaturas a cambios abruptos, sobre todo en los aspectos relacionados al vínculo materno y a la alimentación.
Es por eso que algunos movimientos del Poder Popular en Venezuela que estamos construyendo la Matria-Patria con nuestrxs hijxs en brazos, acompañándonos como una tribu, consideramos que existen otras posibilidades para armonizar trabajo y vida familiar, como por ejemplo, la adaptación de espacios para la crianza en los entornos laborales y de estudio para que lxs hijxs estén cerca de sus madres o padres, las redes solidarias entre familias para el cuidado, la sensibilización por parte de la sociedad para comprender y acompañar a una madre que amamanta y el respeto hacia los hombres para que se integren a la labor del cuidado de la vida más allá del rol de proveedores de bienes materiales. Cada experiencia puede adaptarse de acuerdo a la diversidad de contextos.
Desde estos movimientos estamos intentando recrear prácticas alternativas a las que existen en el capitalismo y así avanzar hacia la construcción del ecosocialismo, desde el reconocimiento y el respeto a la gestación, el parto, el nacimiento, el amamantamiento y la crianza. Como colectivo, estamos acompañándonos para promover la desmedicalización de estos ciclos vitales, la difusión de información, la reflexión y el apoyo a las familias. Estamos alzando la voz para que las mujeres sepan que vivir partos y nacimientos respetados no solo es posible sino necesario. Que detrás de las fórmulas lácteas está el interés de mantener a una población enferma para favorecer el enriquecimiento de las corporaciones farmacéuticas y para invalidar la lucha que contra este sistema opresor podría dar de manera imparable, una población en plenitud de condiciones saludables. Además, detrás de una crianza que no se conecta con las necesidades de las crías, que no valida sus sentimientos y se basa en disciplinas que castigan y culpabilizan, está la formación de seres sumisos y obedientes a la lógica patriarcal.
Al contrario del concepto de la crianza como un proceso individual y privado, el proceso revolucionario en Venezuela ha inspirado su politización y la necesidad de asumirlo de forma comunitaria y autogestionada. Pensamos que el trabajo formal no debería ser un obstáculo para que las familias fortalezcan sus vínculos afectivos y que el trabajo de la crianza debería ser valorado de acuerdo a las propias necesidades de las familias y de la cría humana. Estas necesidades son el respeto, el reconocimiento, el amamantamiento, el tiempo para estar juntxs, el amor, la mirada, el tacto, la escucha y el placer, entendiendo que estos aspectos están estrechamente relacionados con el continuo de los ciclos vitales, que es nuestra conexión con la naturaleza, de la cual provenimos.
Planteamos el tiempo y el espacio para amamantar sin que la madre tenga que escoger entre la salud de su bebé y el trabajo asalariado para no morirse de hambre o privarse de hacerlo por vergüenza y temor a las críticas que genera el amamantamiento en público; implica el reconocimiento cultural y social de la paternidad para que los hombres tengan espacio para el cuidado de sus hijos y para disfrutar de brindar afecto en el hogar; implica el respeto al nacimiento de los seres humanos sin que esté por encima el interés capitalista de la industria transnacional de la salud y la alimentación y la visión de la medicina patriarcal e implica que las mujeres decidan el cómo y el cuándo de su maternidad libremente.
El empoderamiento de las mujeres se refiere a la capacidad para asumir posiciones conscientes, para tomar decisiones por sí mismas y para lograr una política de convivencia respetuosa y sin discriminación tanto en el espacio público como en el privado. Es un poder que no se refiere a tener el dominio sobre el otro, sino que, se genera colectivamente eliminando la violencia y la explotación al garantizar el derecho de la mujer a tomar decisiones sin ser juzgada.

El trabajo liberador es el único que puede aportarnos calidad de vida. Sin embargo, estamos dedicando más tiempo a producir para el sistema que en nutrirnos de placer, de felicidad y de paz. Por más que trabajemos estamos siendo pobres, vivimos enfermos pensando que es natural la falta de amor, además estamos en una competencia, en una carrera constante que no sabemos exactamente a donde nos lleva. La riqueza no es necesariamente material o espiritual. La riqueza es el tiempo, ese tiempo para el BUEN VIVIR, comer juntos, amarse y recrearse; la riqueza también es el empoderamiento al sentir de forma consciente y placentera nuestros ciclos vitales. Cuando hablamos de feminizar la esfera pública, hablamos de humanizarla, de visibilizar la importancia de la familia y darle prioridad. Si democratizamos el debate en la diversidad de contextos, conciliaremos familia y trabajo. 

VER PARTE II http://crianzaentribubv.blogspot.com/2014/08/la-crianza-en-la-esfera-publica-parte-ii.html

sábado, 9 de agosto de 2014

¿Miedo a perder la libertad con la maternidad?

Por Jenny Soto

Desde hace algunos años luzco así, hice de la maternidad mi trinchera de lucha. Voy porteando a mi bebé de 1 año, a veces  también llevo de la mano a mi hija mayor que tiene 4 años.  Aunque la mayoría de las veces ella se queda con su papá, en algunas ocasiones él también nos acompaña. Mis hijas nunca han ido a guarderías. La gente ya nos conoce y sabe que si vengo yo, también vienen mis hijas. Mi vínculo con ellas me permite estar en cualquier lugar y trabajar o estudiar. Me considero una mujer y una madre con la fuerza suficiente para defender la presencia de mis hijas en cualquiera de estos espacios, incluso donde la mentalidad de la gente sea tan cuadriculada como para no comprender nuestra relación.

Mis hijas suelen adaptarse, llevan sus juguetes, sus comidas o se armonizan tomando teta y quedándose dormidas sobre mi pecho. Si necesitan algo me tomo una pausa o varias para atenderlas con mucha paciencia. Hay cosas que hacía antes que no puedo hacer ahora, como ir de fiesta en la noche. Eso ya no me interesa, para mi es vacío. Ahora empecé a encontrar lo esencial, tomé conciencia del carácter político del ámbito personal y comprendí como el sistema capitalista y patriarcal hace lo posible para convertirnos en máquinas sumisas de producción en serie, como si fuéramos una cabeza y un cuerpo separados, como si todo estuviera fragmentado y como si la  vulnerabilidad de un ser fuera inaceptable.

Como doula, siempre estoy conversando con madres y sé que no hay mujer embarazada que no le genere ansiedad el tema de cómo armonizar trabajo y maternidad. Nos aterra pensar en que tengamos que escoger entre el trabajo y el bebé. Incluso yo misma, durante mucho tiempo pensé que al convertirme en madre perdería mi libertad y mi identidad, sin embargo he podido criar, militar y encontrar mi espacio laboral reivindicando la maternidad.

En estos andares he recibido críticas y dedos acusadores que permanentemente están tratando de juzgar o evaluar lo que hago como madre, que tan buena o mala soy, cuan dedicada soy, cuanta teta doy o no doy, que si las malcrío o no, si serán toda su vida dependientes o no y un largo etc.… muchos están para criticar, pero no para apoyar.  Primero seamos corresponsables para cuidar la vida y al mismo tiempo vivamos maternidades libres, no hay una sola forma de ser madres, la formula correcta no existe, dejemos de juzgarnos unas a otras, si nos equivocamos es porque también somos libres para aprender, cada quien a su manera da todo lo que tiene. Olvidemos los parámetros feministas burgueses que ven la maternidad como una vergüenza o como un calvario de abnegación. Seamos madres solo por amor a la vida, sin esperar nada a cambio, acompañemos a la maternidad.

Particularmente pienso que nuestra vida no se detiene con la maternidad, la introspección durante el puerperio no quiere decir que nos detenemos, lo que pasa es que la gente no ve todo el movimiento del alma y el portal de conciencia que se abre durante la maternidad, solo cada mujer es consciente de ello, para el resto del mundo todo esto es invisible. Cuando retornas a la calle fortalecida, eres tú y tu bebé.

Con la maternidad experimenté lo divino de crear y acompañar la vida, de verla crecer, de nutrirla, de tenerla entre mis brazos y proteger su vulnerabilidad con empoderamiento.  Empecé a tener conciencia de mi misma, del mundo, de mi cuerpo, de mi pelvis, de mi útero creador, órgano que origina el placer orgásmico, de mis senos dadores de vida y de medicina, también experimenté la maternidad como otro escenario de la sexualidad femenina, otra faceta más sutil. Me siento hermosa con mi cuerpo y con las marcas estriadas de mi vientre, huellas de la vida. Empecé a amarme y a darme cuenta que cada célula, músculo, hueso y órgano de mi cuerpo cuenta mi historia. Volvieron recuerdos de mi infancia, me fui a lo más profundo. Mis hijas me enseñan el mundo desde mi reflejo en ellas. Ahora comprendo a mi madre y a mi padre, tengo compasión por ellos y entendí que para ser madre es inevitable mirar y escuchar hacia adentro de nosotras mismas y de nuestra memoria ancestral.


A pesar de todos los mitos y prejuicios sobre la maternidad, ahora percibo la vida desde una perspectiva más consciente y activa, siento que esta experiencia me enriquece y me permite ver el mundo desde un punto de vista que antes no conocía. Este es mi camino y cada madre lo transita con lo mejor que puede dar. 

viernes, 13 de junio de 2014

En mis Andares de Doula

Con mucha gente no avanza el parto

El Nacimiento de Roxana

Por Jenny Soto

Imagen Referencial
La primara vez que vi a Fabiola embarazada supe que la conocía de antes, recordé que habíamos trabajado juntas hace varios años y lo importante que era para ella su imagen física ante los demás, incluso el valor que le daba a la cirugía estética. A pesar de su narcisismo, la maternidad era un motivo hermoso para un reencuentro.
Fabiola ya cumplía casi 42 semanas de gestación y estaba ansiosa por ver a su bebé. Así que le solicitó a su médico una inducción, un día antes había tenido un falso trabajo de parto.
Con pitocin se acercó a 4 cm de dilatación, sin embargo el cérvix no se borraba y se sentía muy tenso, eran a la 2pm. La situación seguía siendo igual a las 8pm. Beltrán, el médico le presentó a Fabiola 2 opciones: cesárea o detener el pitocin y seguir intentando el parto, era probable que avanzara la dilatación y borramiento del cérvix. Ella decidió cesárea y se vino en llanto, deseaba disfrutar y sentir el esfuerzo del parto.
Durante el tiempo que Fabiola estuvo en trabajo de parto la invité a abandonarse y dejarse ir, le ofrecí alternativas para moverse, masaje y calor en la pelvis, visualizaciones y respiración. Ella había convocado a su pareja, a quien percibí un poco nervioso y esquivo, también invitó a una prima que hablaba hasta por los codos y no dejaba de relatar la experiencia de sus 3 partos humanizados. Las veces que Fabiola pudo tener más conciencia sobre su proceso fueron los momentos en los que hubo silencio e intimidad.
La mayoría del tiempo había muchas personas rodeándola, en ocasiones hasta más 4 en la habitación, a cada momento entraban diferentes familiares. Antes de que llegaran, Fabiola me comentaba que no estaban de acuerdo con la opción de parir de forma natural, pensaban que padecer ese “sufrimiento” era anticuado. Hablé un poco con los familiares para que le dieran espacio a Fabiola, pero ella sentía que desobedecía a su propia madre, a su padre y que decepcionaba a su hermana.
La invité a que se centrara en su proceso, a que liberara los pensamientos, a que sintiera amor y agradecimiento por sí misma, por su cuerpo, que buscara la imagen de su bebé, quien la necesitaba realmente. Ella empezó a llorar, incómoda por la contradicción en la que se encontraba,  no quería excluir a su familia de ese momento y hacerles un desaire o en realidad era su resistencia a mirarse a sí misma, a conectar con sus sentimientos negados y expresarse. Unas veces la vi decidida a conservar su decisión y su intimidad intentando buscar su conexión, pero la presencia de su madre pesaba más, su posición frente a ella era fuerte y su energía permanecía en la habitación por más que saliera a la sala de espera. Algo de vergüenza y miedo estuvieron presentes como patrones ancestrales a seguir y esto se materializó en una cérvix tensa que no dilataba. Hubo resistencia para desinhibirse, expresarse y dejarse llevar por las actitudes irracionales que afloran durante el parto por sentirse observada.
El trabajo de parto que vivió Fabiola antes de la cesárea le permitió tener más conocimiento de sí misma, de su cuerpo, de sus fortalezas y debilidades. En esas horas estuvo sacando a la luz emociones reprimidas e identificando los aspectos más profundos de su vida, los que a partir de ahora empezará a sanar, si se lo permite.
Acompañé a Fabiola al quirófano,  allí me confesó que la cesárea de su hermana había sido a la misma hora. Ella estaba descifrando el significado de esa sincronía, quizá se estaba dando cuenta que seguir algunos patrones familiares pesa. Fabiola vivió un proceso muy respetuoso,  estuvo consciente durante toda la operación, intenté responder todas sus dudas, darle apoyo, afecto y facilitar la comunicación con el equipo médico.
Fabiola con los labios temblorosos decía que su bebé no dejaba de moverse, sobre todo cuando estaban muy cerca de sacarla. El médico vio que había una circular de cordón, le solicitaron con insistencia a Fabiola que respirara hondo para enviarle oxigeno a su bebé, estábamos conmovidas escuchando su primer llanto. Imagino que la bebé tenía frío y tensión en los ojos por la luz, en seguida pasó a las manos del pediatra, quien la colocó sobre una superficie rígida bajo una luz aun más intensa, le aplicó colirio en sus ojos, inyección de vitamina K y una sonda por cada conducto de su pequeñísima nariz, supe que eso le dolió mucho y que no necesitaba tanta intervención. El obstetra pudo ser respetuoso durante la cesárea, pero el pediatra no. Pesó 3.8 Kg y midió 53 cm. Roxana se veía muy bien nutrida, colorada y hermosa.
Vi que el papá la observaba envuelto en llanto a través del vidrio, el no tenía idea de las rutinas que le hacían a su pequeña, Fabiola también lloraba y me decía que quería estar con su bebé de inmediato y así se le concedió después de culminar la operación. Ella recibió a Roxana con el pecho desnudo para aprovechar esa segunda oportunidad de sentir la oxitocina, la hormona del amor.

No pude contar cuantos familiares había al final, sé que nos tropezábamos en la habitación, me despedí y me retiré satisfecha porque Roxana fue recibida con amor y a pesar del silicón, su madre asegura que la amamantará exclusivamente y a libre demanda.

miércoles, 11 de junio de 2014

En mis andares de Doula

Naciste para enseñar el amor, Miranda

Por Jenny Soto

Tu mamá empezó a fabricar su nido cerca de la semana 37 de gestación, en esos días se puso en contacto conmigo para que la acompañara como doula. Ajustamos planes de parto un día que la acompañé a su consulta prenatal y Beltrán, el médico, confirmó los buenos augurios para tu nacimiento.
Mamá te esperaba alrededor del 7 de abril, sin embargo escogiste nacer en la tranquilidad del domingo 30 de marzo. No dormimos la noche anterior, tu papá mantuvo contacto por teléfono haciendo mil preguntas, consultando la forma de apoyar a tu mamá. Les sugerí ducha tibia, relajación y llegar a la clínica en la mañana, aun empezaba el trabajo de parto y faltaban horas para tu nacimiento.
A las 6 am, el cuello uterino de mamá había dilatado hasta 6cm. Ella decidió caminar por la calle y desayunar. Luego pidió subir a la habitación para hacer su propio ambiente, nos apoyó un viejo amigo de tu mamá, Oswaldo, un hombre muy conectado con su esencia femenina.
Empezamos a contactar con la energía del cuerpo a través de la música y la danza con movimientos  suaves y circulares, imagino que recibiste ese baño de placer y bienestar. Papá y mamá hacían movimientos muy sensuales con sus cuerpos muy juntos, transmitiéndose amor, tacto y romance. Poco a poco mamá fue sintiendo más intensas las expansiones, papá aprendió a acompañarla con masajes y contrapresión, caminatas y movimientos sobre la esfera.
A las 5pm tu mamá llevaba 9 cm. Había estado hermosa en su trabajo de parto, a pesar de una tensión que le causaba dolor en la parte alta de la espalda, aún así, sabíamos que nacerías naturalmente.
Papá acompañaba a Mamá en su caminata por el pasillo de la clínica, solo esperábamos un poco más de dilatación y que aparecieran las ganas de pujar. Anocheció y quedamos a la luz de las velas, para darte un recibimiento cálido, contactar con el elemento fuego e inspirarle fuerza a tu madre.
Mamá empezó a pujar apoyándose de la sillita de parto, luego lo hizo en cuclillas. Todos ofrecimos palabras de aliento, le dimos sostén a su espalda y a sus brazos mientras mamá buscaba la posición más cómoda, la encontró echando la pelvis hacia adelante, respirando profundamente y tomando fuerza para superar el dolor que se hacía más fuerte y largo en ese momento, había un poco de tensión en el periné. El líquido amniótico fluyó en uno de esos pujos y casi salpica en la cara de papá, que estaba pendiente de verte coronar.
Hubo un instante en el que vi a tu mamá realmente convencida de su poder, decidida y firme, fue allí cuando naciste, tu transición fue muy cálida, te acoplaste rápidamente a la piel de tu mamá y enseguida alumbró la placenta.
Mamá se incorporó a la cama y el médico suturó unos cuantos puntos de un desgarro pequeño en el periné. Aunque no lo necesitabas, porque te veías tan placentera disfrutando de la vida, el pediatra apurado pidió examinarte en ese momento, papá te acompañó. Se que esa separación por muy breve, no ha de ser agradable. Luego regresaste a a tu hábitat natural, el cuerpo de tu madre, su pecho desnudo y cálido, donde encuentras el gusto del amor y ese mismo olor que te cobijaba en el útero, allí donde encuentras el placer.

Llena de gratitud regresé a mi hogar, escribí esta historia de luz para quedarme con este recuerdo de tu nacimiento, hermosa Miranda.

jueves, 29 de mayo de 2014

En mis Andares de Doula

Un Nacimiento lleno de Paz
A pesar de las historias de abuso sexual...

Por Jenny Soto

Recuerdo que Ifigenia me había contado que presentía que el 19 de abril podía nacer su bebé. Y estuvo cerca, ese día en la tarde empezó su trabajo de parto y el 20 de abril a las 8:08 am nació Paz. Durante la noche mantuvimos contacto telefónico, por su voz sabía que estaba viviendo expansiones placenteras. Ella decidió llegar a la clínica a las 6:30 am. El médico le hizo el chequeo a las 7am y vio que el cérvix estaba en 10cm. Durante esa transición se mantuvo de pié, meneándose y gimiendo suave y sensualmente. Había una música suave muy agradable y un aroma de vainilla que se desprendía de una vela. Por la expresión de su rostro me parecía que tenía orgasmos en cada expansión, la vi disfrutando, sabía que sería un nacimiento hermoso. Su pareja, Pablo, le masajeaba la espalda durante las expansiones, cada tanto iba y venía mientras acomodaba la habitación con la bañera para un nacimiento acuático.
Ifigenia muy concentrada tomaba fuerza y oxigeno con cada respiración, repetía ¡yo si puedo! le sugerí que visualizara la imagen de su bebé flotando en su vientre, girando y deslizándose hacia la luz a través del canal de su pelvis. Pronto ella pidió entrar a la bañera, ya sentía ganas de pujar. Vi que su cuerpo quería acercarse al suelo y tomar posición de parto, no dejaba de moverse experimentando posturas. Ella demostraba poder, control, seguridad, una combinación perfecta de fuerza y amor.
El saco amniótico se reventó al salir la cabeza de su bebé y el médico apartó inmediatamente una circular de cordón, notamos que había un meconio verde-marrón, pero no lo suficiente como para afectar la salud de la pequeña. Tal como lo invoca su nombre, su nacimiento fue en Paz, en silencio, hermoso, inspirador, protegido, con el espacio y el tiempo para las miradas, el tacto y el amor entre papá-mamá-bebé. Paz no tardó en beber del pecho de su madre, aun con el cordón conectado a la placenta, el apego fue instintivo, natural y mamífero.
Por bendiciones de la vida me hallaba en ese lugar sagrado acompañando el nacimiento de una nueva familia, yo me sentía hermanada con ellxs, con una profunda empatía. Estuve varias horas compartiendo y comentando sobre el parto, la crianza, el amamantar…en esa habitación había un núcleo amoroso que contagiaba. Me fui a casa cargada de admiración por los dones femeninos para sanar y convertir el dolor antiguo en poder y fortaleza.

Ifigenia es una mujer valiente que decidió confiar en Beltrán, su médico y contarle que tenía una herida de abuso sexual. Él médico consciente de las repercusiones que esto puede tener en el parto le sugirió una sesión privada con Isabella, terapeuta y maestra doula. Acompañé a Ifigenia a esa sesión medicinal y sanadora para todxs, para Pablo, para Isabella e incluso para mí.
Como mujer y madre, me gratifica acompañar la transformación espiritual que viven las mujeres en sus partos, así mismo, me complace verlas empoderadas, tomando las riendas de su vida al enfrentar las heridas del pasado, reconociéndolas y  desprendiéndose de ellas. Ese paso es el más importante en la preparación pre natal, en palabras de Laura Gutman esto es prepararse para La Maternidad y elencuentro con la propia Sombra.
El parto es un acontecimiento en el que se expresa la sexualidad femenina al máximo, de hecho, el nacimiento al igual que la lactancia son partes indivisibles de la copula sexual, allí afloran todas las memorias emocionales grabadas en el cuerpo. Las mujeres sabemos que para parir nos tenemos que rendir ante las incontenibles señales del cuerpo, entregarnos a la voluntad divina y dejarnos ir. Es por eso que si hemos padecido escenas de abuso sexual es importante sanarlas antes del parto.

Soy testigo de lo armónico que pueden ser los partos en mujeres con historia de abuso sexual cuando ellas logran tomar conciencia de su situación, hacer un trabajo introspectivo del alma y atraer a personas que la apoyen afectivamente en este proceso.  Me llena de dignidad ser parte de un equipo que acompaña a las mujeres a contactar con sus propios recursos para manejar sus miedos y dolores. Agradezco a Ifigenia por permitirme acompañar su iniciación como madre, a Pablo en su iniciación como padre y a Paz por escogerme como doula, también agradezco a Auroramadre, por abrir este espacio de reivindicación de lo femenino.