domingo, 25 de agosto de 2013

Amar y compartir

Comunicación para el disfrute del tándem

Por Jenny Soto

Como había relatado en una entrada anterior, he tenido algunas dificultades durante la lactancia en tándem, ahora les contaré con más detalle como esa dificultad reflejaba una situación emocional propia que tuve que sanar para poder disfrutar el tándem. Ese malestar se materializó en los quebrantos y gran demanda de lactancia de mi hija mayor de 3 años, quien no quería ningún otro alimento. Eso hizo que mi gran ilusión de lactar a 2 se convirtiera en una carga. Entré en cuestionamientos internos sobre mi capacidad para amar a mis dos hijas de igual manera, me sentí un poco culpable y recordé mi propia historia de destete cuando tan solo tenía 3 meses de edad a causa del nuevo embarazo de mi madre, quien presionada por la sociedad abandonó mi lactancia, ahora ella misma comenta que de haber sabido no lo hubiera hecho.  
Ese desplazamiento fue la primera circunstancia que me provocó rechazo hacia mi hermano menor, lo cual se profundizó durante la crianza al sentir que él tenía prioridad. Aquí la incomunicación jugó un papel trascendente, mi madre nunca me explicó lo que pasaba y nunca pude saber, hasta ahora, que ella nos amaba a los 2 por igual, no le tengo rencor porque ella misma me ha ayudado a sanar, ahora que es consciente de la importancia de la lactancia, ha contribuido en facilitarme el encuentro con mis hijas.
Cuando nuestros hijos tienen actitudes que nos molestan es porque nos están dando una señal de algún aspecto que debemos hacer consiente para sanar, precisamos una introspección y dejarnos llevar por ese estado alterado de la conciencia que nos da la maternidad.
En este caso, me conecté con el sufrimiento que me causó un destete precoz y la falta de brazos de mi madre por estar ocupada con el nuevo bebé, preguntándole a ella supe que me dio asma cuando mi hermano nació. Mi miedo al convertirme en madre de 2 hijas era que mi hija mayor se viera en una situación a similar a la que viví, es decir sentirse desplazada o que se creara rivalidad entre hermanas, tenía miedo a que entre ellas hubiera una relación odiosa como la que he tenido con mi hermano. Tuve que llorar mucho para despojarme de ese malestar, comprender la situación en la que estaba mi madre, sin apoyo y sin una doula.  Fluyó naturalmente una reconciliación con mi propio hermano. Con el redescubrí una conexión especial después de una relación tormentosa que había empeorado con la llegada de mi nueva bebé. En el instante en que las cosas parecían irreconciliables,  me llamó una noche para disculparse, ambos asumimos responsabilidades y volvimos a hacer el pacto de respeto y complicidad de hermanos que siempre tuvimos. Yo me liberé de rabia, dolor y rencores viejos.
Para proteger a mis hijas de ese estado emocional, opté por la lactancia en tándem y la comunicación.  Hablando con ellas de mi situación les quité un peso de encima y les dejé libre el camino, sin herencias negativas, para que iniciaran una relación amorosa de verdad verdad.
Esta sociedad nos enseña a etiquetar a nuestros hijos y a compararlos, así se genera rivalidad y competencia entre ellos en vez de generar lazos de hermandad. La gente suele resolver todo diciendo que el niño o la niña mayor tiene celos, que el problema es el niño o la niña, no se le escucha y se le impone una situación humillante y confusa que es nefasta para su autoestima en vez de intentarse una solución desde la comunicación y el crecimiento personal y espiritual del adulto. La mayoría de madres  o personas no actúa de este modo por falta de amor a sus hijos e hijas, sino por desconexión. Por el “ruido” de los parámetros sociales y culturales que dificulta a las personas una conexión consigo mismas y con sus instintos para ser capaces de demostrar a sus hijos e hijas su amor plenamente.
Por mi parte, agradezco a mis 2 hijas por hacerme vivir esta regresión para sanarme. Desde que empecé a tener conciencia de esta situación que viví, mi hija mayor ha disminuido su demanda, antes llegaba a sustituir comidas y a veces me marcaba los dientes en el pezón por estar tensa, ahora colabora y es muy amable.
La comunicación me ha funcionado, le hablo mucho a mis 2 hijas, lo hago de forma muy sencilla, simplemente abro mi corazón y digo con sinceridad lo que siento, por ejemplo, a Mora le digo frases como:
-          Tu hermanita aún no tiene dientes y solo puede tomar teta, por eso es importante darle cada vez que lo pida. Tú ya tienes dientes y puedes comer muchas cosas deliciosas. Cuando eras bebé y no tenías dientes también te daba teta todo el tiempo.
-          En este momento no estoy cómoda para amamantarlas a las dos al mismo tiempo ¿puedes esperar un ratico? Prefiero darle la teta primero a una y después a la otra.
-          Mamá está un poco débil y necesita comer antes para seguir dando teta.

Aprovecho lo que vivimos para enseñarles a amar y compartir, les enseño que las cosas no son siempre como quisiéramos. Incluyo a la hermana mayor en las rutinas de cuidados de la bebé para enseñarle a ser generosa con su hermana menor en vez de saturarla de regalos para que no se sienta desplazada. Opté por la lactancia en tándem y la comunicación. De este modo mantengo el vínculo de la lactancia y estoy bien conmigo misma.

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